Estoy de regreso a Barranquilla. Desde el martes emprendí mi visita a La Ciudad Hermosa, como he escuchado nombrar a la ciudad de la familia de mi amiga Damaris. Ella gentilmente me advirtió dos cosas: que fuera con repelente y que me iba a gustar. Se equivoco en lo primero, no en lo segundo. No me picó ni un mosquito y Monteria es una ciudad preciosa.
La noche de mi llegada me llevó un taxista al hotel. El recorrido fue, no por la via principal, sino por barrios y urbanizaciones nuevas, solo para presumir del desarrollo de su ciudad.
- No es esto una maravilla? Casas en medio del monte. Allá, en la esquina, ordeñan.
- ordeñan?- le dije. Qué ordeñan? - Pue vacas, doña. Es que Monteria viene de monte. Y aqui el monte nos rodea. - respondió orgulloso.
Durante los dos dias que estuve no tuve tiempo de conocer nada. Llegaba al hotel de noche sin ganas ni tiempo para salir. Pero hoy, antes de regresar, pedí a un taxista de confianza que me recomendaron que fuera mi guía turístico. Asi conocí a Pedro*.
El itinerario era comprar el infaltable suero atoyabuey, queso bollos etc, recorrer lo que más pudiera y almorzar antes de 1 pm, hora a la que debía estar en la terminal de transporte de Monteria. Durante la mañana sentí el profundo aprecio y respeto al alcalde actual. Me recorrio el camino al rio, el parque lineal, que llevan construyendo hace mas de 8 años, cuando inicio la administración. Me mostró un puente que une el margen izquierdo con el derecho y descongestionó la comunicación entre lados del río, que increíblemente tuvo por 80 años un solo puente de cable. El típico planchón, donde cruzan gente de un lado al otro, el mirador del rio, el centro. Las ciclovias. Las iguanas. De camino a la teminal pasamos por un restaurante de carnes que me recomendaron y el churrasco prohibido de comer, y sin embargo imperativo de comer tenia 500 gr, porcion que jamás me comería sola. Decidí invitarlo a comer. Compartiría el almuerzo con mi guía turistico. 40 años pensionado del ejercito 3 hijos. Trabajo en explosivos y sus heridas de guerra las cuenta con tristeza. Mientras comíamos, él hablaba y yo escuchaba. Comenzó a llover. Tiene una esquirla de granada clavada en la cabeza, recuerdo de una explosion que casi lo mata. 45 dias estuvo en UCI esperando que se deshinchara el cerebro. De aquello le quedó como recuerdo un dolor punzante que se alborota cuando llueve, cuando cae un rayo, y según cuenta, cuando la luna está llena. No quiere que sus hijos sepan que fue militar. No por ahora. Teme las preguntas que no pueda responder. Trabaja hasta las 6 pm y no se mata por plata. Cuando se ha estado tan cerca de la muerte, eso ya no importa. Le pregunté si había visto morir a sus amigos, (pregunta estupida lo sé), y me contó que cuando estaban los cilindros bombas cayó uno cerca a su escuadrón y uno de sus compañeros voló en pedazos. Uno quedó mal herido. "Pero como hace, uno si en esos momentos tiene que luchar por su vida". Mi compañero de mesa tiene 4 años menos que yo y habla como un anciano de 70. Lo vio todo. Me preguntó si habia votado por el No. "Tiene cara de No", me dijo. En dias tan radicales ya me da miedo decir por qué vote. Le dije que habia votado por el Si. Me dijo: "yo tambien. La gente no quiere a la guerrilla pero doña, el que no ha vivido la guerra, no sabe lo que es tenerla. Yo estuve. Gracias a Dios siempre desactivé las bombas pero eso no se deseo nadie. Yo me fui al ejercito a los 16 porque en mi casa los papás no eran como ahora. Era duro. Pero ahora que tengo a mis hijos, no los dejaría por nada del mundo."
Soy Pamela Cruz escribiendo hoy 21 de octubre de 2016, desde el autobus Premium de Expreso Brasilia en mi primer viaje a la tierra del porro, del sombrero vueltiao, del rio que une, del hablado golpeado, rematando un viaje con una historia de esas que me acerca a realidades inimaginables.
* El nombre de Pedro ha sido cambiado porque ajá... uno no sabe!!!