Esta soy yo.


"Un montón de letras que formaron un diario cuando aquellos libritos alguna vez se usaron. Una carpeta repleta archivos guardados en un rincón de computador esperando un lugar expuesto al mundo. Un espacio donde dejar al aire las palabras atrapadas en una mente en constante ebullición. Muchos temas un solo espiritu, el mio."

domingo, 28 de enero de 2018

Solidaridad y Respeto

·      Hace unos años, murió el papá de una querida amiga. Cuando le pedí a un compañero de oficina que fuéramos a darle el pésame, me respondió que a él "no le gustaba ese plan". -"A quien le gusta”? Le increpé, "Es nuestro deber."  Prácticamente lo llevé arrastrado. Cuando me enteré de la muerte del papá de una compañera del colegio, fui a acompañarla. Era hija única; no lo sabía. Me sobrecogió la soledad de su pena. Sin hermanos, con poca familia, eran sólo ella, su madre y algunas vecinas. Un par de años atrás, casi se mata una amiga. Su carro fue arrollado salvajemente por un camión. Estaba viva de milagro. Aprovechando la flexibilidad de mi trabajo, pasé con ella y su hijita toda la mañana, ayudándola con el seguro médico, almuerzo y sus destrozados nervios. 

He tratado de estar ahí, porque creo fervientemente que es importante que la gente se sienta apreciada. Que en medio de la tragedia alguien este contigo, ayudando con su presencia. Estar allí ayuda a seguir, a superar la tristeza y el dolor. Alivia sentir que eres lo suficientemente importante para que alguien deje lo que hace y permanezca a tu lado en ese momento terrible de la vida.

No dejo de pensar en esto especialmente ahora, a menos de 24 horas del peor ataque de violencia que ha vivido esta ciudad. 7 hijos, esposos, hermanos, primos, nietos, amigos, vecinos de alguien, fueron asesinados a temprana hora de la mañana del sábado 27 de enero del 2018. Mientras media ciudad aún dormía el Viernes de Reina, y a otra mitad se alistaba para su vida, estos muchachos fueron sorprendidos por la muerte. 5 de ellos eran policías y 2, guardias de seguridad. 38 policías más están heridos, repartidos en hospitales de la ciudad, muchos de ellos luchando por sus vidas. Barranquilla tuvo hoy una terrible masacre. Una que pasará a la historia. Ni siquiera en la época de las bombas de Escobar, habíamos vivido una locura igual. Barranquilla, remanso de paz, ha sido testigo, muchas veces pasivo, de la violencia que toda la vida ha tenido este país. En esta ciudad los problemas generalmente arreglan con amague y mamadera de gallo. Hubo inclusive una época en la cual un ladrón lo pensaba dos veces antes de atreverse a robar una casa. Si lo pillaban, salía la cuadra entera a recuperar lo robado y de paso a darle una lección, “una muñequera”, como decían mis amigos.

Hoy las redes fueron un hervidero. Debatían y criticaban si seguir con las fiestas de carnaval o la cancelación de las mismas. Argumentos a favor y en contra de una u otra decisión. Por un lado los que piensan que no debemos ceder ante el miedo, y la vida sigue. Inclusive alcanzó el material para alimentar a oportunistas políticos de todos los bandos e inclusive para reprochar a los que votaron SI en la consulta que ya va a cumplir 2 años y aún nos mantiene divididos. Por el otro, están los que piensan en el respeto a las víctimas, y en la inconveniencia de las aglomeraciones después de estos actos de terror. Inclusive, una cuenta en Facebook, que espero que este cerrada a esta hora, se alegraba por las muertes de los oficiales. “Unos costeños menos en el mundo” decía el infame mensaje xenofóbico, quien creyera.

Yo no creo que haya que cancelar nada. La vida sigue y con ella las vicisitudes del día a día, inclusive esta fiesta que mueve millones y de la cual viven familias enteras en esta ciudad. De lo que si estoy convencida, y que necesitaba escribirlo o me atoraba, es que esas 7 almas, que murieron ayer y los 38 heridos, merecen nuestro respeto y consideración. 5 de los muertos eran nuestros empleados. Sus sueldos se pagaban con nuestros impuestos. Otros 38 empleados más están en el hospital. Sus familias tienen el derecho de llorar sin música por toda la ciudad, los compañeros de trabajo merecen llorar su pena, y salir a buscar a los perpetradores sin tener que cuidar actos de alegría bizarra en medio de ese terrible dolor. No les podemos negar eso. Hasta allá no puede llegar nuestra bacanería.

Alguien escribió en las redes hoy, “El Show debe continuar”, aludiendo a que los policías deben seguir haciendo lo suyo. Públicamente me atrevo a corregirlo Señor: Pese a todo lo que pasa aquí, ni Barranquilla es un circo, ni los policías, payasos.


Soy Pamela Cruz, escribiendo hoy a las 4:59 am de la mañana del domingo 28 de enero 2018, sin poder dormir, convencida de que tres días de Luto Distrital, no quiebran a nadie, pero si aportan al Espíritu de Solidaridad y Respeto que necesita esta Barranquilla que tanto nos duele. 

PD: Uno cree que porque no los conoce no tiene nada que ver con ellos. Acabo de enterarme que un par de ellos son familia de amigos mios. Paz en sus tumbas. Fortaleza a sus familias. 

jueves, 18 de enero de 2018

Sin huevos!!!

Hace muchos años vi una película que contaba la historia de un profesor respetadísimo en una de las universidades más antiguas de Europa. Fue castrado porque tuvo un romance con una joven virgen de alta alcurnia. Después de ello, ella ingresó a una congregación y él se convirtió monje. Siguieron escribiéndose hasta su muerte. Fueron enterrados juntos. La castración es el acto de eliminar los testículos en los hombres, práctica bastante popular entre los niños en el siglo XVI, quienes eran castrados para mantener su bella voz aguda de la niñez, aún después de adulto. Las consecuencias: pérdida de la libido y la imposibilidad absoluta de procrear. En esa película, el amor de los amantes, transcendía lo físico, porque estaba unida al amor espiritual, el eterno amor que sólo se da una vez en la vida, y que se manifiesta en el sentimiento, no sólo en el deseo. Tema bastante peculiar para escribir, Sin embargo, heme aquí, sentada en el computador dejando que mis dedos, conectados a mi corazón y por último a mis ojos, escriban. 

"Traté de salvarlo pero no pude. Te quedaste sin ovarios". Fue lo primero  que me dijo mi ginecóloga después de la operación. Había tenido tiempo para procesar la pérdida insospechada de mi útero y un ovario a mis 45 años; me habían hablado de la importancia de dejar uno para seguir produciendo hormonas, las culpables de nuestro estado de ánimo, de nuestras formas, de la  libido y, según algunas mujeres con las que he conversado, de nuestra juventud. Alcancé a darles gracias (a mi utero y ovarios, por supuesto) por lo que me habían dado: mi precioso hijo, mi líbido, mi cuerpo, las hormonas suficientes para ser lo que era. De un día para otro quedaba sin nada. La implicación no la tenía clara. Tampoco importaba. No había nada que hacer para evitarlo. Y la verdad ni pensé en el tema. Había que hacerlo. Punto. Al día siguiente, mientras contaba los pormenores de la operación, me dijeron algo así como "esa operación es una castración femenina". Plop. Cuando la comparación es así de cruda, el golpe de realidad es un tirón desde las entrañas que me quedan y que se incuba en el pensamiento, evaluando mi vida y mi futuro. Qué deje de hacer, qué deje de tener, qué viene en mi vida, cómo va a ser esta etapa en la que ingresé, salvajemente un jueves cualquiera. La cosa podría ser pendeja si esto lo lee un hombre, pero, estoy convencida: muchas mujeres padecen en silencio el duelo de haber quedado literalmente Sin Huevos!!

En mi proceso de recuperación, he incorporado a mi vocabulario las palabras histerectomía, endometrioma, adherencias, reposo, abstinencia, píldoras, menopausia, reemplazo hormonal, entre otras. Las mujeres me dan consejos, me cuentan su experiencia. Me dicen qué hicieron, qué les funcionó y qué debo cuidar. Los hombres? Los hombres no tienen ni idea. No saben que significa la palabra. No la entienden. Enmudecen cuando explico. Uno de ellos me dijo, "Bueno, mejor que te lo quitaras, igual no servían para nada". Lo único que se me ocurrió preguntarle fue "Y si a ti te quitaran las bolas, como te sentirías?" Silencio. Yo estoy haciendo mi duelo. He dado gracias por lo que tuve y se fue. He sido bendecida por un hijo y por un esposo maravillosos. Por un cuerpo que se adapta al paso del tiempo, y por el convencimiento absoluto de que aún sin ese accesorio interno que alguna vez albergó durante 9 meses a mi bebé, sigo siendo una mujer completa, física, emocional y espiritualmente, como todas aquellas mujeres a las que les quitan partes internas o externas, y que pese a ello, descubren que la feminidad está en una parte bien adentro del cuerpo. Un lugar a donde solo nosotras tenemos acceso. En nuestro espíritu. 

Soy Pamela Cruz escribiendo hoy 18 de enero 2018, 8 días después de volver a casa, dando gracias a Dios por todo el aprendizaje que estoy obteniendo poco a poco de esta experiencia, mientras admiro a todas las mujeres berracas que han seguido una vida normal, digna, moviéndose adelante como las mujeres completas que somos. Entre esas, las que en algún momento de la vida nos quedamos, Sin Huevos!!!