Esta soy yo.


"Un montón de letras que formaron un diario cuando aquellos libritos alguna vez se usaron. Una carpeta repleta archivos guardados en un rincón de computador esperando un lugar expuesto al mundo. Un espacio donde dejar al aire las palabras atrapadas en una mente en constante ebullición. Muchos temas un solo espiritu, el mio."

jueves, 24 de diciembre de 2020

Mi Navidad Perfecta!

Hace un exacto año, me preparaba para mi primera navidad en casa. Cada año, desde 1997, he pasado navidad en casas distintas a la mía. Es el precio de casarse, supongo. Al inicio de mi matrimonio, cada fin de año era una lucha monumental para definir con quien y cuando pasaríamos los 24 y los 31. En casa de mis padres, en casa de mi suegra, en casa de los tíos de mi esposo, en casa de mi amiga Leila. Y luego, cuando mi hermana volvió de España, se añadió otra alternativa. En 22 años de casada, nunca había pasado la navidad en mi propio hogar. Una vez una señora mayor me dijo, "ya la pasarás en tu casa, cuando tengas mi edad". Así que ese día me resigné a que lo mío sería visitar casas familiares hasta que, convertida en una abuela, me visitaran mi hijo, su esposa y los numerosos nietos que espero tener. Eso fue hasta el año pasado. Por primera vez, en el 2019 me le medí al reto de celebrar en mi casa ese día tan especial. 

Quería que fuera memorable, así que pinté mi casa y le hice unos cuantos arreglos menores. "Preparamos" un menú exquisito. Mi esposo, como siempre sazonó como nunca. Quería una navidad al estilo Pamela. Sin tacones altos pero muy elegantes todos. Así que compré un montón de medias de navidad y cuando fueron llegando, se fueron despojando de sus zapatos y reemplazaron los tacones y los cordones por medias navideñas. Casi no convenzo a mi padre de hacerlo, mientras la esposa de mi concuñado, apenas llegó, tiró sus tacones y estuvo feliz, con sus medias y su vestido largo, durante toda la noche. Hasta mi suegra, a quien no quería exponerla a una caída por usar media, las exigió. Tuvimos una visita de última hora. Una invitada y su hija. Nos acompañaron aquella noche, donde cada uno agradeció a su manera estar reunidos celebrando una navidad distinta. Recordamos las cosas lindas del año. Por primera vez mis sobrinos usaron su voz propia para decir todo lo que sentían con palabras tiernas y dulces que nos sacaron unas lagrimitas a todos. Bailamos, hicimos concursos. Ganamos premios. Repartimos regalos. Todos terminamos con medias y un obsequio. Bebimos mucha champaña. Y al final, lavé la mas grande cantidad de platos y cubiertos que no había lavado nunca. Pero estaba feliz. Recuerdo que lavé mientras hablaba con mi invitada, la última en irse justo después de las 6 de la mañana del 25. Conversamos como si nos hubiéramos conocido toda la vida. Lavé con gusto y felicidad toda esa loza, yo. Si yo. La que nunca quiere lavar platos pero que le toca por pura ignorancia culinaria. Me sentí realizada. Fue mi navidad soñada. 

Este año, en medio de la locura que ha sido este 2020, mi navidad soñada era pasar en la finca con mis padres. Lloré amargamente cuando supe que no podría. Tengo que confesarlo. Era lo que mas ansiaba. Hasta me enojé como una niña. Si. Lo confieso: A mis 48, también me enojo y hago pataletas. Menos que antes, pero las hago. Y entonces, recordé: Que memoria tan frágil la humana, que olvida con tanta facilidad. Recordé que estuve a un tris de no celebrar esta navidad. Que estuve a un tris de restarle miembros a mi familia. Que estuve a un tris de vivir lo invivible. Y recordé que Dios en su infinita misericordia, me permitió vivir una navidad perfecta. Sin regalos. Sin lujos. Sin afanes. Sin visitas. Sin mucho, pero con todo. Con una familia completa y sana. Con mi cama llena. Con mi fe absolutamente restaurada. Si. Esa fe que busqué y busqué y pensé que no tendría. Esa presencia interna que trato de explicar pero que aún no encuentro cómo describir. Ese gozo tan profundo y tan grande, que a veces me sorprendo llorando no por dolor, sino por pura felicidad. Estuve a punto de perderlo todo y hace seis meses EL me lo devolvió todo. 

Soy Pamela Cruz, escribiendo hoy, el mejor 24 de diciembre que he pasado en mi vida. Reviviendo los recuerdos con cariño, llamando a los que amo con inmenso agradecimiento por su vida pero, sobre todo, gozando de la inmerecida gracia de Dios en la mía. 

Feliz Navidad amigos. Esta, es la navidad de los Supervivientes. Y nosotros, somos uno de ellos. 

sábado, 19 de septiembre de 2020

No los merezco!

Confieso que en esta casa, la esposa no ha sido dotada del don de la creatividad culinaria. Yo abro la nevera, veo dos huevos, un tomate y aceitunas y no sé qué hacer con eso. Mi esposo y mi hijo, he de decirlo, convierten esos ingredientes en manjares. Gracias a Dios por eso. Porque mi solución para obtener comida es pedir un domicilio o fritar el huevo, partir el tomate y comerme cada cosa por separado. 

Un día, comenzaron a llegar. En medio de la desesperación, no me había dado cuenta que la sobrevivencia alimenticia de mi hogar estaba en juego. Mi congelador era un laberinto de cosas congeladas que no tenían ni rotulo, ni explicación. Mi cabeza era un maremagnun de locura y solo tenía cabeza para pensar en mi marido y encontrar una fe perdida. Pero ellos, esa partida de locos, usando el chat que armaron sólo para esto, organizaron un estricto cronograma de almuerzo que nos salvaron la vida. Desde el día 1, perfectamente empacados, procedentes de sus casas, o de algún restaurante, puntuales, a medio dia, nos esperaba ese paquete enorme de comida, bendecida con el amor de los amigos, que nunca faltó, día a día durante 45 días. Si 45 días. Porque mi marido estuvo 27 dias en la clínica pero ellos - muy sabios, pensaron en unos días más para que en casa no nos preocuparamos por qué comer. Durante esos dias preciosos, recibimos muchos regalos. Oraciones por mi esposo, medicinas de parte de mi hermana, llamadas cada 2 horas de mis dos cuñados que no paraban de explicarme cada cosa que pasaba en el intruncado mundo de la UCI donde reposaba el cuerpo fisico de mi marido. Recibimos tantas bendiciones que sólo puedo agradecer por ellas en medio de nuestra tormenta. Especialmente esta me conmovio hasta el llanto. El amor en cada plato, la generosidad en su máxima expresion, la recursividad para estar, aún viviendo fuera del país, metida en esa lista de distribucion. Esa lista fue mi lista de amor. De ese amor incondicional que dan los amigos. Esos bichos raros que se encuentra uno en la vida. Yo tengo unos que me encontré en el Colegio Americano, en mi Universidad,., en una maestría, me los encontré andando en la vida. Esos que a veces me sacan la piedra. Esos a los que yo tambien les saco la de ellos. Esos que no vemos mucho pero que llenan mi corazón con su cariño. Esos que me aman como soy y que amo como son. Ustedes amigos, me salvaron la vida y la dignidad diaria con un almuerzo decente en mi mesa. Lo reconozco, no me da pena. No hay bendicion mas grande que un amigo, porque son los hermanos que escoges, mientras vives la vida. Y los mios, mis bichos raros, son mi tesoro del pirata. Gemas y Oro para mi alma. Angeles puestos por Dios para salvarme en los momentos más duros de mi vida. Gracias! Gracias! Gracias! Ustedes saben quienes son! 

Soy Pamela Cruz, escribiendo hoy 19 de Septiembre 2020, Dia del Amor y de la Amistad, en honor a esos bichos raros que son míos, sólo mios, que no se encuentran a la vuelta de la esquina. Que me demuestran un amor que no merezco! Los amo.

Encontrar un amigo fiel
es como dar con un tesoro
o como hallar un refugio seguro.
15 
Un amigo fiel no tiene precio:
su valor no se mide con dinero.
16-17 
Un amigo así nos salvará la vida.
Si obedecemos a Dios,
hallaremos ese amigo,
y sabremos reconocerlo
porque él también obedece a Dios.

Eclesiástico 6:14-17

domingo, 6 de septiembre de 2020

Los Inmortales!


Desde que mi esposo volvió desde aquella experiencia, yo me comprometí a orar por quien lo necesitara, así como otros oraron por nosotros en esos días turbulentos que vivimos. Los nombres los escribo en una hoja y la guardo en mi vieja biblia que ahora me acompaña permanentemente. Clasifico los nombres de acuerdo con la intención: sanidad por Covid, enfermos, oportunidades laborales, consuelo, estabilidad matrimonial. Durante la semana paso mi reporte a mis compañeras de oración para ir actualizándolas sobre estado de cada una de las personas de mi lista. Tacho de la lista cuando alguien ya no requiere de nuestra oración, o actualizo su estado, dependiendo del caso. Me entristece sacar a alguien de la lista cuando muere. 

Es tan difícil orar y orar y al final, sentir que perdimos la batalla ante la muerte. Es descorazonador sentir que no pudimos arrancarlos de sus brazos. La sensación de derrota es inmensa. Algunas veces nos cuestionamos el dolor, el esfuerzo y el resultado. A veces, el mismo dolor nos hace dudar, o enfurecer, o perder la fe. "Tanto esfuerzo. Tantas noches y plegarias y Dios no nos escuchó". Durante esas noches y días, la duda me invadía. "Será que Dios existe? Será que Dios nos oye? Será que Dios me hace el milagro? Por que me haría un milagro, si yo no he sido la mejor"? Esas eran mis preguntas día tras día y noche a noche. Reprendía la duda, la espantaba como quien espanta una mosca, o la aplastaba como a una cucaracha. Algunas veces me sentía tan agotada de pedir, que me quedaba dormida. 

La primera vez que pudimos tener una conversación coherente con mi esposo, hacia 6 días que había despertado. Lo primero que me dijo en la vídeo llamada fue "Yo los vi. Los vi orando por mi. Yo los vi". Rompí en llanto. Recuerdo que eran las 10:30 pm y por fin pudimos enviarle un teléfono para que nos llamara. Me describió lo que había sido su encuentro intimo con el Padre, pero lo primero que me dijo fue "La Oración SI funciona". Lo dijo con una vehemencia y con una fuerza tal, que aún ahora escribo y las lágrimas se asoman en mis ojos recordando esa noche. Lloré de alegría, lloré de alivio; pero sobre todo, lloré porque ahora sí, alguien había vuelto para decirme que Dios existía, que era real, que El me había escuchado a mí y a las miles de personas que habían orado por mi esposo. Yo ya no tenia miedo de morir. Ya sabia a donde iría. 

Algunos días después, conversé con una señora cuyo esposo había muerto de COVID en sus brazos. Lloraba desconsoladamente y yo lloraba a la par mientras me acompañaba un sentimiento de culpabilidad terrible. Recuerdo que llamé a mi Pastor y le pregunté porque su esposo no sobrevivió y el mío sí. Me dijo que cada uno tiene su tiempo, el tiempo de mi esposo aún no ha llegado. "Orar - me explicó - no sirve para doblar la voluntad del Padre, sino para unirnos en el entendimiento de los propósitos que El tiene para nosotros. O como lo dijo un teólogo del siglo XVIII luego de superar un atentado contra su vida... Somos inmortales hasta que hayamos cumplido nuestra misión en esta tierra.

Soy Pamela Cruz, escribiendo hoy 6 de septiembre 2020, sobre los que se van. Aquellos que fueron inmortales pero que al terminar su misión fueron llamados a la Casa del Padre. Ellos, que llamo Guerreros de la Luz, cumplieron con su tarea, ellos alumbraron con su presencia un camino. Ellos dejaron antes de partir un legado que debemos descubrir y honrar. Solo así encontraremos sentido y paz en medio del dolor por su ausencia.  

PD: Les dejo una canción preciosa que resume todo lo que he escrito hoy  Al Final


domingo, 30 de agosto de 2020

Los Fanáticos!

Mi vida ha estado siempre rodeada de "fanáticos", ese tipo de personas que invocan a Dios a toda hora, por todo. Mi abuela fue la primera de ellos que conocí. Pasaba muchas horas del día rezando rosarios con múltiples intensiones: la familia, las ánimas, los vivos, los muertos, porque sacáramos buenas notas. Mi madre, con el paso de los años, se volvió como mi abuela: va a misa todos los días, reza el rosario con la misma frecuencia. Mis hermanas, igual. Una de mis mejores amigas, bendice los alimentos, al estilo "Fan". "Que oración eterna", muchas veces me dije mirándola de reojo rogando para que la comida no se enfriara, mientras terminaba la plegaria sinfín. Algunos amigos también se quejan de sus esposas, por su fanatismo. "Está fanática". "Ahora todo es Dios, Dios, Dios".  "Bueno el cilantro pero no tanto". "Ya no sale de la iglesia". "Todo el día oyendo música religiosa, me tiene agotado". 

Yo los entendía perfecto. Los fanáticos, todos los días, anteponen a Dios a todo, a la comida, a los amigos, a la familia. Se encierran en una habitación, en el baño o en el armario para orar. Mis chats se llenan todo el tiempo de mensajes y oraciones y muchas veces las borraba sin leerlas completamente. Todo era puro "Amén", "Amén", "Amén". Agotada al extremo, en uno de los chat que administro, tomé la decisión de evitar tres temas, política, religión y sexo. "Por respeto a las creencias", aduje. La verdad es que me cansaba de tanta oración. Largas, sin sentido, puro copy - paste. Crudo pero real.

Hasta que un día ya no bastó con mi oración express. No bastó con pedir a otro por mí. No bastó con la persignada, ni con repetir. Simplemente no bastó. Me tocó doblar mis rodillas, cerrar los ojos, juntar mis manos y pedir a esos fanáticos que oraran conmigo. Me tocó repetir lo que ellos decían con la esperanza de sentir lo mismo que esas mujeres y hombres, cuando decían esas frases salidas de la nada. Repetí y repetí hasta que un día, de repente, entendía  lo que decía, sentía y vivía cada palabra. Ellos, los mismos que me enseñaron a orar, a pedir, los mismos que cambiaron su cena por mi oración, los que pusieron mi vida y la de mi familia  en el centro de sus ruegos. Ellos, lo que doblados de rodillas, ruegan e imploran por un milagro, mañana, tarde y noche son Guerreros de la Fe. Son soldados de Cristo dotados con el arma más poderosa del mundo. Lo que hoy llamo El Arma de Conversión Masiva: La Oración. Esa que hizo que, teniendo oídos para oír, oyera; que comenzara a entender esas palabras que brotaban como manantial de sus labios. Que me permitió repetirlas y luego sentir como brotaban de los míos, Mis propias palabras! Ellos me enseñaron a doblar las rodillas, a abrir los ojos, cerrarlos, bañarme, comer, trabajar, con Dios por delante, cada segundo de mi vida desde aquella primera vez. 

Soy Pamela Cruz escribiendo hoy 30 de agosto 2020 sobre los Guerreros de la Fe, esos que alguna vez mal llamé fanáticos. Ellos, los mismos que me salvaron en mis oscuros días, que intercedieron por nosotros, Ellos me mostraron a Dios. Es mi testimonio. No esperen menos de mi. 



PD: Comparto esta canción que describe perfectamente como es MI DIA desde que formo parte de los tocados por Dios.

domingo, 23 de agosto de 2020

"Vivo, Estable y Luchando"

A medida que pasan los días y poco a poco retorna mi normalidad dentro de la anormalidad de esta pandemia, en mi hogar estamos procesando la procesión que vivimos del 17 de junio al 17 de julio, cuando mi esposo retornó a la casa, vivo, salvo y flaco. 

Cada día hablamos de esos días; cada día recuerdo, como si le hubiera pasado a otro, lo que viví en esa prueba que, aunque edificante, sigo sin desearle a nadie. Una de estas noches estaba escaneando la historia clínica que se requiere para solicitar la incapacidad médica. Me dediqué muy juiciosa a leerla poco a poco, tratando de conocer, completa, el otro lado de la historia. A medida que leía, poco a poco encontraba y descubría detalles: la linea de tiempo científica de lo que le había pasado a mi esposo, allá en la UCI, ese lugar inaccesible en el que estuvo a merced de Dios, los médicos y enfermeras. En una de las hojas, habían escrito en mayúscula, al final del informe nocturno  del día 24 de junio "ALTO RIESGO DE CLAUDICACIÓN Y MUERTE". Revisando mis chats de ese día, tengo un mensaje de mi cuñado que me decía un escueto "Pame estoy muy triste. Te quiero mucho".

El 25 de junio hice ayuno. Durante el día no recibí mensaje alguno y al llegar la noche, un médico muy parco me llamó a darme un informe totalmente carente de esperanza, absolutamente desalentador. El miedo, el maldito miedo, se apoderó de mi de una forma horrorosa. Llamé a dos angelitos que Dios me puso para enseñarme a orar y repetí lo que el médico me había dicho. Mi hijo y yo estábamos arrodillados en el suelo, agarrados de las manos, como si estuviéramos al borde de un abismo. Ni más ni menos. Y estas amigas, que navegan en la Fe, como quienes están acostumbradas al mar embravecido, nos dijeron unas palabras que nunca olvidaremos: "Los médicos saben de ciencia. Pero no saben de lo que Dios es capaz de hacer. Dios es el Dios de los imposibles. Óigame bien Pamelita, Nunca, pero nunca repita lo que le digan los médicos. No les preste atención. Usted ore, ore, ore. Ore todo el día. Dios me hizo una promesa con Gilberto, y El no me hará quedar en vergüenza. Y cuando le pregunten por su esposo usted diga, Vivo Estable y Luchando". A partir de ese día, ese fue nuestro comunicado oficial.

Escribo sobre un pronóstico médico que falló, sobre Ese Milagro que no tiene explicación para quien no cree. Escribo sobre el poder de la oración, de las palabras decretadas, sobre la Fe, sobre El que cumple Promesas, El Hacedor de Imposibles. Yo vi, lo viví, lo sentí. Mi obligación es escribir mi testimonio. No esperen menos de mi. 

Soy Pamela Cruz escribiendo hoy 23 de agosto sobre un imposible, para quienes se sienten hoy viviendo al borde del abismo, implorando un milagro sin creerlo posible. Oren! Oren! Oren! 

AQUI ESTAS

"Invócame en el día de la angustia,

Yo te libraré y tu me honrarás"

Salmo 50:15

domingo, 16 de agosto de 2020

Un matrimonio imperfecto!

A esta hora, hace 23 años, estaba en un parrandón buenísimo en el antiguo Hotel Dann de Barranquilla. Eramos 123 personas bailando y riendo. Mi vestido se había roto en una de las vueltas del vals. Había llegado 45 minutos tarde a la iglesia y, en la época de no celular, desde un teléfono fijo, uno de los invitados había llamado, al borde de la histeria a mi casa, para informar que el sacerdote amenazaba con cancelar la boda. Finalmente llegué a la iglesia, feliz como una perdiz, mientras veía a un novio - (el de la boda de las 11 am) mirarme con furia, y yo caminaba al encuentro de mi amado. Me casaba un 16 de agosto del 1997, a las 10:45 am en una Iglesia Inmaculada llena de flores de colores, con mis mejores amigas como damas de honor, mis sobrinos de pajecitos, luciendo el vestido más hermoso del mundo, mi cabeza decorada con flores de colores, la virgen en un lazo blanco adornando mi garganta y una sonrisa que casi me tetanizaba el rostro. Aún recuerdo los votos, si, los mismos que todas recitamos cuando nos casamos: 

"Yo, Pamela, te quiero a ti, Gilberto, como esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y la enfermedad, todos los días de mi vida."

Recitaba el equivalente al juramento hipocrático para los médicos. Sobre todo, la parte que dice "todos los dias de mi vida". 

Nuestro matrimonio ha sido todo menos perfecto. Si, reconozco públicamente que no ha sido un valle de lirios y rosas. Ha sido más bien una aventura, de esas que comienza con una planeación, con todo el equipaje y con camino trazado que poco a poco va cambiando de rumbo. Nos ha tocado acampar en lugares apacibles y a veces en lugares oscuros y tenebrosos. Nos ha tocado mojarnos bajo la lluvia y a veces sentimos que no llegamos a un lugar seguro, inclusive que queremos abandonar el viaje. Hemos peleado, pero también nos hemos reído, nos hemos abrazado y también nos hemos alejado. Nos hemos quedado sin recursos, pero luego los hemos recuperado. A veces el camino se ha hecho eterno, cuando ha sido dura la jornada, y luego, sentimos que el tiempo ha volado. Hemos sobrevivido al paso de los años, a nuestros cuerpos imperfectos que cambian cada día, acariciamos con orgullo nuestras las cicatrices, las que se ven y las que no se ven. Son el reflejo de nuestras propias luchas, de nuestras victorias. 

El nuestro ha sido un matrimonio imperfecto, lleno de defectos. He comprendido que el matrimonio es una aventura que se hace junto a la persona perfecta para mi. Y ese ha sido mi compañero de viaje. No hubiera podido hacerlo con alguien más. 

Soy Pamela Cruz, escribiendo un 17 de agosto de este indecible año, celebrando una vez más, por haber llegado a puerto seguro, por seguir en esta aventura, nosotros un par de seres imperfectos viviendo nuestro perfecto amor, ese que Dios bendijo una mañana de agosto, soleada, preciosa, feliz. Esa si, Una mañana perfecta. 


"El amor es sufrido, es benigno; 

el amor no tiene envidia, 

el amor no es jactancioso, 

no se envanece; 

no hace nada indebido, 

no busca lo suyo, 

no se irrita, 

no guarda rencor; 

no se goza de la injusticia, 

mas se goza de la verdad. 

Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta."

Corintios 13:4-8 


miércoles, 29 de julio de 2020

Mi dolor de garganta

Tengo un dolor de garganta que no se me quita. Aunque mis pruebas de COVID ya dieron negativas y tengo los anhelados anticuerpos, la irritación de garganta persiste. Una tos pendeja, imagino, secuela del impredecible bicho que inundó mi vida y me trastornó por largos días con sus noches. Ayer, una persona me recordó algo que había leído sobre ese malestar fastidioso: Un atragantamiento de palabras. Algo que tienes que decir y no has dicho, algún secreto o algo que te carcome por dentro y aún no expresas. Pues bien, creo que mi dolor de garganta tiene su origen en las tantas palabras represadas durante 40 días con sus noches, en lo que llamo Mi Diluvio Personal. Días y noches repletos de un miedo que no había sentido nunca, llenas de llanto, de ese llanto impotente que solo tienes cuando te encuentras  totalmente a la deriva. Hoy descubrí que las palabras se agolpan en mi cabeza y solo pueden salir  escribiéndolas. 

Necesito la catarsis que me ofrece la escritura. Necesito dar testimonio de lo que muchos callan y pocos hablan. De la angustia pero también de la esperanza. De la tormenta pero también de la calma. Del infortunio pero también de la fortuna. De la escasez y de la abundancia. De amor de Dios, que todo lo puede, que todo lo da. De la misericordia, y de la compasión. De la oración. De la Fe. De la amistad. De los milagros. Benditos milagros. Esos que vivimos día a día, manifestados en las cosas más sencillas pero más increíbles, y que han sido largamente menospreciados y dados por descontado. 

Soy Pamela Cruz, escribiendo hoy 28 de julio, en una noche tranquila, viendo a mi esposo mi hijo y mi perra dormir juntos en mi cama, sin espacio para mi, y feliz, en una escena que hoy me parece maravillosa, milagrosa, privilegiada, mientras comienzo a organizar, desde el embrollo de mi cabeza hasta el teclado de mi computador, la mejor forma de convertir todo lo vivido en un testimonio de lo que hizo Dios en mi vida, durante mi Diluvio Personal. 

lunes, 13 de julio de 2020

¡Y ellos me sostuvieron!

"La vida es una serie de cosas que suceden mientras tu planeas vivirla"

Llevo una semana tratando de escribir una palabra. Y aún no sé si lo lograré. Trato de contar mi testimonio de la única forma que sé: Escribiendo. Los pensamientos se agolpan salvajemente en mi cabeza. Uno tras otro. Recuerdos burdos de un caos que comenzó a gestarse desde el 17 de junio y que aún estoy tratando de recomponer.

Mientras escribo esto, mi esposo aún está en la clínica. Hoy lo vi. Estaba lleno de tubos pero ya no estaban adentro de el. Solo lo rodeaban, hice de cuenta que eran su armadura. Un enfermero llamado José, me llama cada día y alegremente me pone la cámara para verlo e intentar hablar a través de una mascarilla. Como llegué a este día? No lo sé. Sólo recuerdo que un día estaba trabajando frenéticamente en busca de algo de normalidad en medio de una pandemia que parece no tener fin, y de repente, mi vida terminó literalmente de cabeza.

Todos saben que pasó con mi esposo. Durante 14 días luchó con uñas y dientes contra el COVID en una UCI. Ya comenzó una lenta recuperación en hospitalización. Pero, que ha pasado durante estos interminables días en mi vida? 

La montaña rusa de emociones mas grande del universo. Cuando supe que mi esposo se debatía entre la vida y la muerte, hice lo único que se me ocurrió en ese momento. Llamar a los que están más cerca de Dios que yo. Uno de mis amigos, que es Pastor, en el que confío y quiero con ese amor que solo da el haber compartido salón durante los años del colegio, me dijo que le pidiera al Señor: "Pide Pamela, y El te escucha". Yo, era incapaz de pedir. Me daba vergüenza. Tanto tiempo alejada de la iglesia. De cualquiera, católica, presbiteriana, cualquiera. Acostumbrada a una oración corta en la hora de la cena y una de protección de noche, casi que por instinto antes de dormir, me parecía el colmo del descaro, venir a pedirle a Dios que me ayudara, justo ahora, cuando tenía problemas. Para rematar, mi amigo, me pedía Fe. Dios mio! Dos letras y un significado que ni siquiera me cabía en la cabeza. Pero, cómo hago para tener fe si ni siquiera sé cómo encontrarla? Cómo, en medio del caos, me decían que pidiera y además con fe? A un Dios a quien yo no he atendido como se debe en muchos años? Por donde empezar? 

Y entonces él me dijo, "Mientras tu construyes tu fe, nosotros te sostendremos!" Nosotros? Quienes? fueron las únicas preguntas que pude hacer en ese momento. 

En esos días en los que lloraba incansablemente, En los que me quedaba dormida con ropa, tirada en un sofá porque no quería dormir sin mi esposo en una cama infinitamente grande sin él, cómo se construye la fe? 

Tener fe en medio de una crisis es como querer aprender a nadar en medio de un hundimiento de barco. Soy una mujer de ciencia, de números, de evidencia, de ensayos de laboratorio. Las plegarias se me hacían incomprensibles. Cómo orar fervientemente si la mitad de lo que decía no lo entendía? Me vi obligada a buscar en el diccionario palabras como Misericordia, Gozo, Fe. Así comenzó mi semestre en una universidad que no busqué, para aprender de Fe y por medio de ella conocer a Dios. A tropezones, con humildad absoluta y vergüenza, en prácticamente días, he ido aprendiendo todo, casi desde cero. Y mientras tanto, ellos, una comunidad de creyentes, de infinidad de partes en el mundo, me han sostenido durante estas interminables horas, de unos días que no parecen tener fin.

Soy Pamela Cruz, escribiendo hoy 12 de julio, a 5 días de completar un mes recorriendo un pedregoso camino que me ha llevado por sendas hasta ahora desconocidas para mi, de la mano del Único que ha podido mantenerme cuerda, El, y sostenida por muchos que ya le conocen y tienen claro Su enorme poder. 

martes, 26 de mayo de 2020

Cumpliendo años en el COVID age

Los festejos patronales terminaron finalmente a las 10:30 pm. Después de tres días de un preámbulo lleno de expectativas, de solidaridad y de desazón, finalmente hoy se cumplió una nueva vuelva de mi sol. Con una tierra ligeramente torcida, con un campo magnético algo desestabilizado, una cifra de muertos creciente de la única enfermedad de la cual se está muriendo la gente en este 2020, con un pico y cédula que me obliga a calcular cuantas veces a la semana salgo a la calle y me hace anotar en una hoja cualquier miserable encargo que me hace la familia. Con todos esos antecedentes, este cuerpecito alimentado de más en los últimos 70 días, ha cumplido 47,6141516 años. Le he restado unos días. Me había negado, hasta esta mañana, a cumplir con los 2 meses que le faltaban a mi año y que nos lo ha robado ese COVID, hijo de puta. Pero finalmente he conciliado con mis amigas la diferencia. No pasa nada. Ya varias pisaron los 48 y esos dos meses de menos, podrían ser motivo de discordia entre una juventud que roza los 50, y que está especialmente susceptible en estos días de encierro.

Mi día en todo caso ha sido una mezcla feroz de alegría y regocijo. No hubo espacio para el más mínimo sentimiento sombrío de tristeza, desesperanza, angustia o desasosiego. Del mundo exterior, ese que traspasa las barreras de mi casa, recibí una avalancha salvaje de mensajes amorosos, de bendiciones, de regalos físicos, simbólicos y virtuales. Fue un día en que las horas no me han alcanzado a contestar uno a uno los mensajes y llamadas perdidas que no pude atender por falta física de orejas de más. De dedos de más, o de boca de más. De puertas para adentro, recibí rayos de energía luminosa. Esa que destellaron mis seres queridos en casa. Ellos, hicieron lo posible y lo imposible para comprar detalles sin que me sospechara siquiera de las intensiones. Ellos, que me llenaron de alegría el corazón con su risa y su desparpajo. Los que me sonrieron todo el día, me abrazaron, me dijeron mil veces que me amaban, que este era mi día. Y me lo creí. 

Mi cumpleaños siempre tiene una mezcla extraña de melancolía y un no se qué. Creo que siempre me preparé para hoy; en el pasado, cada uno de mis cumpleaños remataba o comenzaba con lluvia y calor, y por ende, muchas veces las fiestas se quedaron sin comensales. Así que esta celebración, sabía en el fondo que iba a ser como las muchas que tuve de niñez, y que me llenaban de una tristeza anticipada. La que me hacía rogar, en vano que no lloviera. Que no me dejara sin niños la fiesta y que me cantaran el cumpleaños para que fuera feliz. De algún modo, la vida me preparó para esta "COVID Age Celebration". Y por muy anormal que parezca, fui muy, muy, feliz.

Descubrí que nuestros cuerpos podrán estar en confinamiento pero nuestro espíritu seguirá libre. Y cuando eres libre, eres capaz de celebrar con tu familia brindando y comiendo pastel al mismo tiempo en ciudades distintas. Puedes hacer que tus amigos se disfracen en sus casas y te acompañen a cenar mientras agradeces con los tuyos las exquisiteces preparadas con amor. Puedes reír y puedes sentirte seguro. Porque la felicidad no depende de ver o no ver. De compartir físicamente o no. Depende de que puedas entender que las almas tienen un glorioso momento de sincronía que las hace vibrar y regocijarse por la felicidad del otro. Y eso precisamente sentí hoy con total plenitud. 

Soy Pamela Cruz, terminando un 26 de mayo bien especial. Hermoso de una forma que no había conocido antes. Lleno de luz, de amor, lleno de buenas energías. Lleno y repleto de la bondad de Dios. 

PD 1: Cada día mis amigos se superan más. Las conexiones neuronales de ese grupo loco del CA es una cosa de estudio asombroso. Cuando uno es capaz de no solo superar el ridículo sino ademas hacerse amigo de el, abrazarlo y llevarlo al siguiente nivel, estamos hablando de seres superiores.

PD 2: Tenía una fantasía, disfrazarme de la Princesa Leia. Si, la de Star War!! Me disfracé! Y descubrí que me parezco más a Puka, pero no importa. Porque muy adentro, mi espíritu es como el de ella. Así por fuera me parezca a ella, 40 años después. 
Lo que salió!!


Lo que queria !!! 



domingo, 26 de abril de 2020

Una Crisis de "Verdá Verdá" !


Esta crisis ha sacado lo mejor pero también lo peor de cada uno de nosotros. Algunos de mis amigos me cuentan que parecen leones enjaulados. Mi suegra todos los días se alista para irse y cada día nos toca darle de nuevo el discurso de #quedateencasa. Todos los días me burlo del encierro con los cientos de memes que me llegan al celular y yo, como servicio social responsable, los publico en mi estado del whatsapp para alegrarle el pesado día a quien me tenga grabada en su teléfono. Yo misma he pasado esta cuarentena ocupada hasta el extremo. Es mi forma de huir del encierro. Trabajar y trabajar hasta que llega la noche. No supe que estaba somatizando mi crisis hasta que los dedos, mis brazos y mis hombros literalmente, colapsaron.

Hace unos días una de mis amigas más queridas me invitó a participar de algo llamado Hackaton cuyo slogan era #Hackealacrisis. Es una maratón virtual para generar soluciones rápidas, contrarreloj a un problema previamente definido. Decidí que este 24 y  25 de abril me desaparecería literalmente del trabajo y me metería en el mundo de la Maratón Virtual. Necesitaba un cambio de panorama. Pensar en otra cosa que no fuera la enorme crisis que tenemos los que dependemos de un avión para ejercer nuestro trabajo, y acepté el reto. 

La cosa comenzó así: me llego un correo informando que había sido aceptada. Que descargara un link para conectarme al whatsapp con mi grupo asignado. Que descargara un material y que avisara al publico en general que estaría 2 días trabajando por la crisis de mujeres y niñas en peligro en Latino américa. Conocí a mis compañeras virtuales de Argentina, Ecuador, Los Ángeles y Miami. A las 9 am del viernes y sábado, muy puntuales estábamos escuchando las instrucciones de un montón de voluntarios que fungían de mentores, jurados, instructores y conferencistas. Y comenzamos la maratón. Durante dos días almorcé y merendé literalmente en el computador. Escuche las cifras más absurdas de violencia contra las mujeres y niñas en Latino américa. Escuché el desgarrador testimonio de una de mis compañeras victima de la violencia familiar por mas 20 años. Lastimada y violada por dentro y por fuera, ahora ella misma decía que era una Sobreviviente. Estaba feliz de participar en algo que ayudara otras mujeres en su situación.

En estos dos convulsionados días descubrí lo que es una Crisis de verdá, verdá. Mujeres y niñas maltratadas física, emocional o sexualmente en el seno de su hogar, sin poder escapar. Mujeres que antes podían salir y desahogarse o tratar de pedir ayuda hoy están encerradas con su agresor sin poder decir ni Mú. Yo misma fui testigo hace poco mas de una semana: Una escena surrealista en el edificio de enfrente. Un hombre golpeando terriblemente a una mujer y mientras ella pedía auxilio a quien pudiera escucharla. La impotencia fue completa. Lo único que pudimos hacer fue gritar y llamar a la policía. Y entre los vecinos ejercer presión hasta que el hombre se detuvo y la policía controló la situación.

Veintisiete soluciones salieron de estos dos maravillosos días. Tres equipos ganadores dentro de los cuales no estaba nuestra solución, que dicho sea de paso nos llenó de mucho orgullo. Cinco nuevas amigas con las que nos reímos hasta el cansancio. Una problemática salvaje que tenemos a metros de nuestra vida. Aprendí sobre nuevas formas para resolver un problema, aprendí sobre el significado de la Co creación, El Co working/Co trabajo, el trabajo en equipo virtual, y sobre compartir archivos en Google Drive y a editarlos a diez manos al tiempo. Pero sobre todo, descubrí que esta pandemia no es una crisis. Es una situación que nos tiene a cada uno encerrados en casa, con el reto enorme de crear nuevas formas de ganarnos la vida. La Crisis, La verdadera crisis la viven las miles de mujeres que no tienen como pedir auxilio mientras viven cada eterno día de estos dias mientras duermen, literalmente, con el enemigo en casa.

Soy Pamela Cruz, escribiendo hoy 26 de abril durante el fin de semana de celebracion de Niños y Secretarias en casa, mientras trato de darle una perspectiva diferente a la palabra Crisis, reflexiono sobre la cantidad de casos que existen y que no conocemos y sobre la forma de ayudarlos a que sepan que #noestansol@s . 

PD: Si quieres saber lo que se hizo en estos dos dias visita el cuenta de Youtube de IMPAQTO 

Y si ademas sientes que estás en peligro avísame #noestassola #solidaridad

viernes, 10 de abril de 2020

Soltar


Hace casi 3 años a finales de abril del 2017, comenzaba mi viaje a Australia. Había sido seleccionada para pasar un mes en el país de los canguros visitando ciudades y conociendo algunas de las instituciones con las que tenemos convenio para reclutar estudiantes.

Llevábamos unas 5 interminables horas en el avión del tramo Los Ángeles- Sydney, después de unas 15 horas de vuelo en conexiones y aún nos faltaban 10 más. Siempre digo, cuando asesoro estudiantes, que el viaje es canalla pero el destino lo vale. Lo digo con conocimiento de causa. Estar metida en un vuelo con más de 300 pasajeros, cruzando el Pacifico, sin tierra a la vista, es una experiencia aterradora para una persona, que como yo, quiere tener todo bajo control. Mientras esperaba para ir baño, junto a la puerta de salida, imaginaba mil cosas que podrían pasar estando allí a miles de pies de altura. Entre otras, como se le ocurría al fabricante tener la puerta de salida al lado del baño. Qué tal que a alguien con pánico le diera por abrir la puerta?. Las turbulencias en un vuelo transcontinental son normales, los movimientos, son el pan de cada día en esas horas de avión. La angustia me tenía más atrapada que las circunstancias. Una de las auxiliares de vuelo me trataba de calmar. “Es normal que se mueva en el aire. No se preocupe”. Oraba, cerraba los ojos. Imaginaba mil terribles formas de morir en las alturas. “A eso se reduciría mi existencia?”, Pensaba.!!

Entonces, de alguna manera que aún no recuerdo, decidí, que si algo pasaba, pasaría. Que tendría que soltar esa angustia y ansiedad que me acompañaban. No podía hacer nada. No iba manejando ese enorme, enorme pájaro de acero de 4 secciones y 8 asientos y por lo menos 34 filas. No podía controlar nada fuera de mi. Iba sentada en la silla del medio y para rematar, en la última fila. Imagínense un vuelo de 15 horas en la última fila del avión, con dos enormes personas a tu costado. Detrás de ti solo el baño y el espacio para los alimentos. Solo controlaba mi espacio de enfrente, mi silla y mi cuerpo. Allí decidí que tendría que soltarle el control al piloto y por ende, a Dios. Mentalmente le delegué el control de mi vida, le pedí a Dios que lo guiara en el resto de viaje, también le pedí que me llenara de paz y acto seguido me dispuse a una maratón absurda de películas hasta que llegué a mi destino.

Soltar, amigos, es un acto de Fe. Como cuando flotas en el agua, concentrada en mantener encima del agua. Cuando le pones la vida a un piloto que no conoces y confías que te en lleve a buen puerto, sana y salva. Cuando aprendes a montar en cicla, y tu padre te suelta confiado en que te mantendrás andando. Soltar no es fácil. No ha sido para mí fácil nunca. Es el problema de nosotros los controladores. Pero a veces, la vida nos obliga. La vida nos pone en esa situación imposible donde intentar controlar no sólo duele: lastima, angustia y enferma. Soltar entonces, se convierte en la única opción posible para seguir cuerdos, libres, sanos.

Soy Pamela Cruz, escribiendo hoy 10 de abril del 2020, mientras me tomo un vino exquisito que mi esposo decidió “soltar” para que lo disfrutáramos hoy, reflexionando sobre ese Poder que tenemos nosotros: ese que obtenemos “cuando decidimos aceptarlo”. Soltar lo que no controlamos mientras mantenemos #laFeIntacta

sábado, 28 de marzo de 2020

El Enemigo!!

Esta nota la comencé a escribir hace mucho, mucho tiempo; un sábado hace 15 interminables días: el 14 de marzo. Dos días antes de decidir la cuarentena preventiva para mi equipo de trabajo y yo. La dejé sin terminar, esperando tener que borrarla en estos 15 días. La  comparto para que otros sepan que sentir lo que sentí es normal. aún así no debemos dejarnos dominar, por el gran enemigo, El miedo. 

Creo que desde el 11/09/2001 el mundo no había vivido algo igual. El desconcierto, la desesperanza, la angustia, el terror de esa época, nos invadieron multiplicados por 10000. Me incluyo. Estoy mamada de escuchar de COVID, de Coronavirus de tapabocas, de aglomeraciones. De responsables y de irresponsables. Estoy mamada de leer profecías, de Nostradamus y de los Simpson. Estoy agotada de trasnochar intentando encontrar noticias nuevas, que me den esperanza. Estoy furiosa con la lentitud de este gobierno para tomar medidas preventivas. Mi cuerpo tiembla. La subdermis se mueve. Lo juro. Lo siento. Me desespera que seamos la ciudad mas folclórica del mundo y que los memes se multipliquen a la velocidad, o cuidado más, que la propagación del bicho. Todos nos piden lavarnos las manos, saludar con el codo, no meternos los dedos en la nariz, desinfectar hasta el cierre del vestido. Tengo angustia existencial. A esto se reduce todo? Cuando hemos sobrevivido a un fin de siglo tan convulsionado como el XX y comenzamos la segunda década del XXI, me salen los conspiradores con un bicho que se transmite de tu a tu. Estas dos semanas, los acontecimientos le pusieron un freno a muchas cosas de mi vida. Eventos y visitas programadas fueron cancelados, como dicen en mi tierra "sin asco". En mi bandeja de entrada solo leo updates de Coronavirus y en los grupos de mis amigos, todos enviamos fake news o badnews.

Hoy, en la soledad de mi oficina, en la insana costumbre de trabajar los sábados para intentar decantar toda la semana, hice un STOP voluntario. He llamado a un par de amigos y me puse a hablar con ellos: Uno, tiene a su pequeña en Turin. Vive allá y lleva 15 días encerrada en su casa. Mi otra amiga, lleva 15 días operada en su casa en un aislamiento quirúrgico que la tiene viendo películas y maratón de series mientras cicatriza su herida. Ellos, con su voz pausada, regaron de esperanza mi atribulado corazón, Mientras la chica pasa en Italia la crisis, palabras mas palabras menos, el encierro le ha obligado a descubrir que adentro de ese encierro hay muchas cosas que vivir. Según las palabras de mi amigo, han sido "15 días de aprendizaje, de inventarse nuevas cosas". Mientras tanto mi amiga, con su voz en calma, con la sabiduría que da su espíritu avanzado, me recuerda que la calma y el pensamiento positivo es el antídoto a la crisis del miedo. Sus palabras me recordaron aquellos idas atribulados de mi vida donde no encontraba salida. Nunca los he de comparar con esta crisis mundial. Ni mas faltaba. Pero mi cuerpo nuevamente volvió a recordar lo que es sufrir esa asquerosa enfermedad llamada Miedo. Se te mete en el cuerpo, por los ojos, los oídos, la piel. Y si no la paramos, nos invade con todo su poder. Y estando instalada en nuestro cuerpo, comienza a esparcir su porquería: ira, enojo, envidia, angustia, sobrecogimiento, y nos sentimos como un animal atrapado. No vemos mas allá de lo que los ojos muestran, y estos solo están llenos de miedo. Esta es la puerta de entrada al bicho, dicen los expertos en emociones.  Así como los perros huelen el miedo, nuestro cuerpo rendido ante el terror y sus defensas minadas, queda a la deriva a merced de un bicho dispuesto a tomárselo por la fuerza, ante el menor descuido.

Soy Pamela Cruz, terminando este mensaje el 28 de marzo 2020 un sábado 15 días después de comenzar mi catarsis, enclaustrada en casa, con mi familia, fortaleciendo lazos, desechando lo que no sirve, entrenando el cuerpo físico y el mental para ganarle la partida mas importante a un enemigo que siempre ha acechado los momentos críticos de mi vida: El miedo.

Mi versículo preferido en estos días:

" Esfuérzate y se valiente, 
no temas ni desmayes 
porque Jehova tu Dios 
estara contigo 
donde quiera que fueres" 

Josue 1:9

domingo, 9 de febrero de 2020

La dificil tarea de ser mujer

Uno de los motivos por los que discuten mis hombres conmigo es por la demora en salir a cualquier parte. Que tanto te haces? Suelen preguntar, mientras yo volteo mis ojos y los dejo en blanco, exasperada como siempre. El mismo pensamiento me llega siempre: si la vida fuera como las películas, pediría un deseo "Que ellos un día se levantaran y durante 24 horas vivieran metidos en un cuerpecito con cromosomas XX para ver cómo les va.

Las mujeres necesitamos, o levantarnos más temprano o resignarnos a escuchar cada día la misma perolata, que reza mas o menos así "Aja y que tanto te demoras, ah?". Cada vez que me apuran siento que me doy prisa mientras mis manos solo siguen haciéndolo igual en una rueda sin fin. Por mas que intento maquillarme mas rápido, no puedo. Son muchos pasos preliminares, con muchas cremas, (el protector, la hidratante, la prime, la base, el corrector, el iluminador, etc) muchos pinceles,  colores y si hay un descuido... significa volver a empezar, y el tiempo, siempre, siempre juega en contra y no a favor. Alguna vez he osado salir solo con lo mínimo encima y, la ley de Murphy se ha encargado  incontables veces de demostrarme que, la cantidad de personas que me encontraré ese día será inversamente proporcional a la cantidad que tiempo invertido en cubrir mis pecas.  Desafiar esta ley, equivale a comenzar el día, con el pie equivocado en lo que a autoestima se refiere.

La Ley de Murphy también actúa en lo referente a  los elementos de supervivencia femenina. (bien llamados implementos de aseo y belleza personal): Los pomitos, desmaquillantes, champú, masajes,  por no decir más, a veces conspiran para terminarse en una sincronía diabólica. Justo el día que necesitas estar a tiempo, descubres que tendrás que arreglártelas con los poquitos que le quedan a cada cosa o inclusive, aspirar hasta la ultima gota del preciado - lo que se este acabando- cortando con una tijera y vaciando su escaso contenido. Me he descubierto así... varias veces, sobre todo si lo que me intento aplicar, preciso está agotado o lo traje en uno de mis viajes. El mercadeo nos usa... para extraer nuestros ahorros en belleza, en aseo, en hormonas, cuyo precios a veces rayan en lo absurdo.

El peso, las arrugas, la flacidez, el cabello, las uñas, los dedos, la cartera, el vestido. Suenan banales, pero son una real tortura para nosotras. Crecimos en una sociedad estética, donde la belleza, la armonía, la juventud, el ropero significan mucho a nivel de autoestima, de éxito y de reconocimiento. Las mujeres hemos crecido y vivido viendo hacia afuera a costa de lo que llevamos dentro. Sacrificamos mucho buscando el reconocimiento de los demás, carrera, vida familiar, salud.
Aun ahora, cuando a mis cuarenta y siete, me he enganchado en una moda personal de trenzas a costa de un ondeante cabello suelto, a veces me siento fuera de lugar, hasta que alguien se me acerca y con una mezcla de admiración y envidia me pregunta, como me hice ese hermoso peinado. Hoy estoy embarcada en la comodidad sobre el glamour, gústele a quien le guste. La primera vez que me baje de los tacones, sin sentirme mal vestida, estos ya habían acabado con mis rodillas. Sigo lamentando mi decisión tardía.

Crecí montada en el cuento de la liberación femenina y de la emancipación y derechos de la mujer. Si bien hemos avanzado mucho en derechos y reconocimiento, creo que vivimos mas atrapadas que nunca, con cargas auto-impuestas para satisfacer a otr@s a costa de nosotras mismas.

Soy Pamela Cruz, escribiendo hoy 9 de febrero, sobre cosas de mujeres, sabiendo que mi lucha con el maquillaje persiste pero sabiendo que he ganado mis pequeñas batallas personales contra mi propia imposición.

domingo, 2 de febrero de 2020

Los Pendejos

Pagan sus impuestos a tiempo, mientras otros dejan vencerlos y se acogen a las famosas amnistías que se ofrecen a fin de año o cuando hay cambio de gobierno.

Procuran mantener a punto sus automóviles, pagando las revisiones tecnomecánicas de rigor y pagando los impuestos correspondientes, mientras en la calle, observan impotentes cómo autobuses ruidosos y destartalados deambulan orgullosos por las calles, dejando su humo contaminante en el ambiente.

Resignados pagan la cuota de administración de su edificio o de su conjunto, mientras ven crecer las deudas de los que orgullosamente se pavonean y disfrutan de todos los servicios, mientras acumulan deudas millonarias, y se creen intocables ante cualquier accion legal.

Quedan inmersos en una montaña de procedimientos absurdos cuando son amenazados con embargos por dudosas foto-multas, de las que no tienen evidencia, condenados a pagar una multa no existente o condenados a una proceso judicial sin fin.

Son puestos a disposición de la justicia si por algún infortunio, y defendiendo su vida o la de su familia, terminan con la vida de un bandido, mientras los bandidos atrapados en la misma situacion, son puestos en libertad con rapidez inaudita, y una sonrisa "guasónica" en su rostro.

Hacen las filas en eventos y conciertos, ordenadamente y con tiempo, mientras indignados ven pasar a paso raudo y veloz alegres grupos que llegan tarde y se cuelan en la fila sin vergüenza alguna.

Esperan pacientes que se mueva la fila en un trancón mientras otros aprovechan cualquier hueco para adelantarse en contravía ocasionando un peor atasco en la calle o en la carretera.

Se matan por pagar sus impuestos a tiempo, para que se hagan las obras que se supone que deben hacerse en su ciudad, mientras observan impotentes cenar en el restaurante de moda a responsables de desfalcos mega-archi-millonarios ante el estado, y ademas saludan a todos como si fueran las grandes estrellas de una película de acción.

Terminan envueltos en procesos penales increíbles, con "Cárcel por Cárcel", hasta que finalmente definen su situación judicial, a veces por errores imperdonables de la justicia, que pueden durar años en resolverse, mientras que otros utilizan argucias monumentales e inaceptables ante una mente normal pero completamente coherentes ante la justicia, y terminan en "Casa por cárcel", disfrutando de una buena almohada y burlándose de los pobres estafados o victimas de sus fechorías.

Pagan o hacen cursos de manejo, para disminuir el valor de la multa por una infracción cometida, mientras otros buscan cómo evadir un castigo monetario acorde, buscando un amigo que le borre la falta, cuadrando al policía que lo pille o mandando a otro a que cumpla su castigo.

Esos somos los pendejos... los que vivimos en una sociedad que exalta y alaba al que no cumple la ley y castiga, con todo su poder, a los tontos que creemos en un marco legal de convivencia.

Soy Pamela Cruz, escribiendo hoy domingo 2 de febrero, luego del mes mas largo del año, mientras reflexiono sobre la crisis de valores invertida que vivimos donde los pendejos estamos condenados mientras los vivos son exaltados como héroes triunfantes en esta jungla moderna llamada sociedad. Peor aun, mientras el ejemplo a seguir y que todos quieren emular, jóvenes y adultos,  es quien logra burlarlo todo para conseguirlo todo a como de lugar.

PD: A proposito de mi mensaje de la semana pasada, quedé de una pieza con la foto en primera plana de El Heraldo (31/01/2020) donde había una pancarta que rezaba: "Estás entrando en territorio Rebelde, donde los estudiantes mandan y el Gobierno Obedece". Increíble.

domingo, 26 de enero de 2020

Algo no cuadra

Hace mas o menos año y medio, cuando la cosa política comenzó a ponerse peluda, decidí que por el bien de mi existencia, dejaría de ver noticieros y leer periódicos. Estoy haciendo la del avestruz, porque no le encuentro mucho sentido a seguir ondeando, solitaria, banderas que a nadie le importan. A veces, hago trampa y me pongo las gafas para leer algún tema de interés. Trato que no me afecte el hígado, ni que me afecte el alma. Sin embargo, desde hace unos meses, en primera plana, cada día me encuentro con noticias de la Universidad del Atlántico. Se mantiene la huelga, se conocen nuevos hallazgos de la investigación sobre Madeleine, la joven estudiante encontrada muerta dentro del claustro, declaraciones de estudiantes, sindicatos, gobernadora, el rector. En fin. 

Para los que aun no saben lo que hago, desde hace 5 años, después de un largo caminar decidí convertirme en agente educativo. Eso en lenguaje castizo es una persona que asesora a los jóvenes que quieren estudiar en el exterior a encontrar un camino para su proyecto educativo. Este nuevo camino me ha llevado a conocer personas con muchas historias y a visitar instituciones educativas que nunca antes había conocido en mi vida. Pues bien, desde que hago lo que hagohe tenido oportunidad de visitar esta universidad un buen numero de veces por año. Sobre todo, he tenido la oportunidad de hablar con los estudiantes sobre los sueños. Todos los universitarios, egresados y docentes que escuchan mi charla sueñan con un futuro mejor: con sacar a sus familias adelante, con crear una empresa, con investigar. Sueñan con viajar, con tener un buen empleo.Todos sueñan. No queda uno sin alzar la mano cuando pregunto que quieren hacer cuando terminen sus estudios, o cómo se ven en los próximos 5 años. Mi trabajo es hacer que crean que es posible. Porque lo es. Que visualicen que su esfuerzo académico dará resultado un día. Que si estudian, mejoran sus competencias, se esfuerzan en mantener y mejorar su promedio académico, puedan lograr lo que escriben en un papel mientras conversamos. Las opciones existen: ellos deben tener ganas y talento. Y lo tienen.

Creo que la primera vez en mi vida que pise la Universidad de Atlántico, acompañaba a mi madre a un torneo de ajedrez un sábado en la mañana, en la sede de la 43, y aquella vez ingresé con miedo. Durante toda mi vida vi a ese claustro académico como ajeno. Era del gobierno, de los revoltosos. Era asunto de otros. Tener la oportunidad de conocerlo más de cerca, de interactuar y de apoyar el proceso educativo de profesionales excelentes con promedios envidiables, con sueños gigantes, con ganas de lograr imposibles, ha cambiado lo que opino de ella. Mis mejores amigas son egresadas de allá, tengo excelentes estudiantes becados estudiando maestrías y doctorados en el exterior y tengo muchos con sus metas claras. La U del Atlántico no es un problema de la Gobernadora, ni de los miles de padres que angustiados rezan porque su hijo no pierda más tiempo, que nunca vuelve, y regrese a la única oportunidad que tienen para ser profesionales. No es un problema de los 25.000 estudiantes que tienen una vida en pausa, en espera de una solución que no tiene horizonte claro. Lo que pasa con este claustro universitario es un asunto de bien común. Es un asunto de todos. En una ciudad que ahora increpa a quien bota la basura fuera de la caneca, en una ciudad que ahora tiene henchido el pecho de orgullo por los espacios que públicos que todos reclamamos como nuestros, nos falta ver ese claustro universitario como una extensión mas de nuestra propiedad. Es nuestro, nos pertenece, le pertenece a los 25.000 estudiantes que esperan salir con un cartón en la mano para mejorar la situación de su vida, de sus familias y cumplir sueños. Le pertenece a las empresas que esperan talentos especiales en sus empresas, le pertenece a una región que necesita mejorar sus indices de educación. 

No entiendo las entrelineas de este episodio que teníamos años de no repetir. No comprendo por qué unos pocos tienen en jaque a la inmensa mayoría que solo quiere seguir adelante y lograr sus sueños. Algo no cuadra en la ecuación,y en la incapacidad para resolverla.

Soy Pamela Cruz escribiendo el 26 de enero del 2020, reflexionando sobre nuestro bien común, ese que todos deberíamos defender con uñas y dientes, porque es el futuro de nuestros jóvenes talentos del Atlántico, que merecen mas que esperar en casa y amedrentados por una solución que no llega.