Esta soy yo.


"Un montón de letras que formaron un diario cuando aquellos libritos alguna vez se usaron. Una carpeta repleta archivos guardados en un rincón de computador esperando un lugar expuesto al mundo. Un espacio donde dejar al aire las palabras atrapadas en una mente en constante ebullición. Muchos temas un solo espiritu, el mio."

miércoles, 27 de junio de 2012

In Memoriam. Cura para un corazón roto

Cuando tomé la decisión de irme, mi vida carecía de sentido.

Cuando uno tiene una decepción amorosa, todas las cosas buenas que le puedan pasar en la vida, los amigos, la familia, carecen de sentido. Qué cosa terrible con el corazón. Pero en fin! En esa época amarga de mi vida, lo único que quería para arrancarme ese dolor en el pecho. Y huir fue la básica y precaria opción de los que no hemos madurado lo suficiente para afrontar las penas y superarlas. Como Dios aprieta pero no ahorca, me envió el tiquete para huir 2 meses fuera del país. Fue como si me hubiera dicho “Bueno, hija mía, si quieres irte, te mando lejos, lejos, muy lejos."  Y me mando a España.

Era tan grande mi felicidad por mi deseo cumplido, que nunca me puse a pensar en que JAMAS había salido ni a la esquina sin alguien conocido. Las pocas veces fueron con mis amigos más cercanos, mis primos o mis hermanas, no sin antes escuchar las estrictas recomendaciones, amenazas del fuego eterno y temores paternos.  Cuando menos lo pensé, ya estaba montada en un avión rumbo a lo desconocido con dos maletas llenas de ropa de verano cuando lo que me esperaba eran dos meses de puro y físico invierno.
Confieso que no todo me era totalmente desconocido. Desde Colombia había conocido a una española que vino de intercambio y que luego supe, había sido enviada por Dios para que yo entendiera que en medio de todas las dificultades por las que pasaba mi vida, siempre existen esas personas que solo esperan el momento adecuado para llegar a ti, y cambiarte la vida para siempre. Mi amiga fue una de esas. Se subió a mi tren de amigos de la vida y no se ha bajado en ninguna estación.

Mi amiga española vive en una ciudad diferente a donde yo iba. Así que prácticamente seguiría con mi aventura sola, como un champiñón.  Como buena anfitriona, recogió lo que quedo de mí luego de 12 horas de viaje y lo transportó a su casa donde me esperaba, Oh sorpresa! la familia en pleno: papá, mamá, 2 hermanos y ningún perro porque los apartamentos son muy pequeños para tener uno. De ese día no recuerdo otra cosa diferente a las deliciosas croquetas de jamón y queso que comí de almuerzo, los enormes ojos azules pegados a una cara blanca con rizos perfectamente arreglados de una cabellera plateada y el tremendo abrazo de una señora que me recibió, como si hubiera llegado su hija. Un abrazo como el que mi mamá me daría 3 meses después de haber llegado de ese mismo viaje. Un abrazo fuerte, acogedor, cálido, amoroso. Ese abrazo, en ese momento me hizo sentir que todo estaría bien. Que mi vida por dos meses en ese país, sería como estar en casa. Que tendría con quien contar. Que tendría una señora que cuando llegara de visita me haría fantásticas ensaladas, con croquetas de pollo, de jamón, de pescado. Cuyos desayunos de madalenas, con yogurt de chocolate alegrarían los 8 fines de semana que pase por Madrid. Una voz cálida. Una sonrisa eterna. Unos ojos, esos ojos brillantes como diamantes. Una actitud arrolladora ante la vida. Ese fue mi clon de madre en España.

Hasta hoy Pensé que volvería a verla. Pensé que ella conocería a mi esposo y a mi hijo y casi que fantaseé  con las conversaciones que tendrían hablando de comida, aprendiendo las recetas que me hicieron pensar en cada viernes solo llegar a Madrid para comerlas. Pensé en como seria abrazarla nuevamente, escucharla decirme “Hola bonita”. O algo de las palabras bellas que decía. Pensé escuchar su voz cantada. Porque cuando hablaba lo hacía con matices altos y bajos que te arrullaban. Una conversación con ella era alegría, positivismo, energía. Pensé que la vería igual que antes. Porque las dos envejecimos los mismos años. Y que me sentaría a escuchar todas las cosas que opina de la Realeza y de cotilleos famosos de España. Pensé que pasaría mis horas de noche leyendo una colección de revistas HOLA que me tendría solo para mí. En fin. Soñé en tantas conversaciones que tendríamos, que nunca imagine que podría ir y no encontrarla. Nunca pensé que podría irse antes que mi viaje a verla de nuevo.

Hoy escribo con mi corazón arrugado, con dolor en el pecho porque te fuiste hermosa vieja de cabellos plata y océanos azules por ojos. Te fuiste sin ver a mi hijo y disfrutar de la escandalosa risa de mi marido. Te fuiste y yo me quedé sin abrazarte de nuevo hasta que me faltara el aire. Escribo en público porque el mundo tiene que conocer que tú viviste en él. Mis amigos tienen que saber que en mi vida existió una mujer que fue una madre maravillosa, una esposa abnegada, una abuela de novela. Sobre todo que fuiste una madre adoptiva ejemplar para esta extranjera a la que solo que bastó verte ese día y sentir que tu abrazo comprimía mis pulmones para saber, que todo estaría bien desde ese momento en adelante. Para saber, que en ese viaje, con todos los regalos que me esperaban, se curaría mi corazón herido.
Soy Pamela Cruz escribiendo, hoy 23 de junio de 2012 desde la distancia, para mi familia española, recordando los ojos, sonrisa y abrazos estremecedores de Teresa Farinós, una madre, esposa hija abuela y amiga realmente excepcional. Paz en tu tumba, Teresa.