Esta soy yo.


"Un montón de letras que formaron un diario cuando aquellos libritos alguna vez se usaron. Una carpeta repleta archivos guardados en un rincón de computador esperando un lugar expuesto al mundo. Un espacio donde dejar al aire las palabras atrapadas en una mente en constante ebullición. Muchos temas un solo espiritu, el mio."

domingo, 18 de septiembre de 2016

Las palabras mágicas

Ya he contado que yo fui la hija más dificil de mis padres. Y eso me convertía en la usuaria más frecuente de la correa, la mano y las chancletas de mi casa.

Con todo y eso, yo aprendí a decir "Lo siento" con gran velocidad. Luego del castigo, me quedaba pensando si fue justo o no, y si efectivamente había sido merecedora absoluta de la correa. Cuando yo en mi interior creia que sí, me disculpaba. Mi mamá me decia que me disculpaba mucho. Demasiado para su gusto. Es posible que haya sido verdad. Pero eso me enseñó el poder de decir Lo siento. Dos palabras que pueden arreglar cualquier mal entendido y que sin embargo, en esta sociedad son símbolo de flaqueza. Durante mucho tiempo, inclusive en el colegio,  cuando una se peleaba un dia si y otro también, mantuve esa costumbre, sólo si me correspondía darlas. Muchas veces esperé la misma entereza de quien la embarraba conmigo pero pocas veces pasó. Es tan dificil reconocer el error que es mejor terminar una relacion antes de demostrar debilidad. Así pasa a veces. Con todo. Con los amigos. Con los padres. Con los hermanos. Con la familia. Y a veces prefieres morirte sin volver a saber de alguien solo para no tener que musitar aquella frase dificil pero mágica y liberadora.

Creo que por eso es tan dificil para la mayoría imaginar un postconflicto, porque se necesita ser valiente y decir con el corazón en la mano: Fui yo y lo siento de corazón. Y dejar en las manos del agraviado el perdón. Por lo menos en mi caso, sólo llamar y pedir perdón me ha liberado de la culpa. Allá del otro si lo acepta o no. Ese es asunto suyo, entre él/ella y su consciencia.

Soy Pamela Cruz escribiendo hoy 18 de septiembre reflexionando sobre lo dificil que es para algunos dar la cara y terminar un asunto, usando tan solo 2 palabras.

sábado, 17 de septiembre de 2016

Se llamaba Maria

Cada 17 de septiembre es el día mas largo del año. Comienza desde las 11 pm del día anterior la invasión de recuerdos, antes atropellados, ahora más mesurados del día de su partida. He escrito sobre su muerte desde hace 6 años, cada 17 de septiembre. Pero no he escrito sobre su vida.

Tenía forma de abuela. Con un cuerpo abultado por una hernia que nunca se quiso operar. Vivió conmigo desde los cero dias de nacida hasta los 20 años. Se fue muy pronto pero mi abuela tenía 80 años cuando murio. Hubiera querido que viviera más, como mis amigos que tienen a las suyas vivas con más de 90. Confieso q me da envidia. Mucha envidia.

Ella nació en el campo. Un 24 de julio de 1912. Era Leo. Noble, valiente y humilde. Sabía defendernos de quién nos quisiera hacer daño. Tenía varios hermanos. Mis bisabuelos llegaron viudos a ese matrimonio y cada uno llego con sus propios hijos e hicieron más. En esa época los niños morían mucho y era mejor asegurar la descendencia. Su hermana preferida era Margarita. Se parecían tanto que más de una vez las confundieron nuestros vecinos. Mi abuela se casó joven con mi abuelo Gentil. Era alto,  buen mozo y un gran guitarrista. La conquistó tocando tiple,  a la antigua. Cuando decidieron casarse, la suegra la invitó a su casa para enseñarle a cocinar como le gustaba a su futuro esposo. Tuvieron varios hijos pero la muerte se los llevó. En esa época tomaban fotos de los muertos para recordarlos, antes de enterrarlos. De sus hijos sólo sobrevivieron mi tio el mayor y mi madre, la menor de todos. Su esposo, mi abuelo, murió muy joven,  de neumonia. Quedó ella sola con dos hijos, una finca y muchas responsabilidades por delante. Comenzó la violencia y se ensañó con mi abuela. Fue obligada a salir de sus tierras con dos hijos y lo que les cabía en una carreta. Mi madre y mi tio trabajaron desde muy chicos para ayudar en la casa. 

Ella vivió con nosotras siempre. Adriana era su preferida. Mi hermana la adoraba. Ella fue su soporte siempre. La consentía, la consolaba, la abrazaba. Se levantaba de primero y se acostaba de ultimo. Recorría la casa al final para constatar que todos estabamos en nuestro nido.  Hacia colaciones y las comíamos de merienda. Era su forma de consentirnos. Ella decia que no tenia nada. Pero lo tenia todo. Decía que sus pertenencias le cabian en una bolsa. No mentía. Ella era adusta en sus lujos. Un par de aretes, un anillo que guardaba y una cadena. Entre sus caja de recuerdos tenía una tarjeta ajada,  vieja, amarilla, escrita con pluma sepia y ortografia perfecta. Una carta que mi abuelo le escribió donde le declaraba su amor. Soñé siempre con alguien que escribiera así. Como el hombre que le hizo esa carta y que nunca conocí.

Hacía un delicioso café que mi papá amaba. El era el primero en la fila de comer. Ella decía que mi papá era el mejor yerno que le había dado la vida. A mi padre solo lo vi llorar con las muertes de mis dos abuelas. Mi abuela lo había adoptado cuando se casó con mi mamá. Ella siempre le dijo Jaime y lo trataba de usted. El siempre le dijo Sra Maria.

Yo era la rebelde de la casa y tambien la que mas regaños recibía. Mi abuela me decía que me quedara quieta. Que no respondiera. Que esperara a que se calmaran las cosas. Yo no le hacia caso. Me contaba una y otra vez que a su hermana por respondona siempre la castigaban y que quería que yo no me pareciera a ella. Que fuera mas humilde y aceptara los regaños. Asi, porque si.

Cuando no le haciamos caso amenazaba con irse. En más de una ocasion empacó determinada a dejarnos, nosotras llorabamos y prometiamos que ibamos a cambiar. Y ella se quedaba.

Convertía cada lata vacia, cada jardinera desocupada en una huerta. En el patio había papayas. Tómates. Yuca,  platanos, limones, guayabas, ajíes, maiz, guanábana. Amaba los pajaritos y ella misma los alimentaba. Cada mañana con paciencia, con amor. Le recordaba su finca, creo. 

Oraba cada noche y nos rezaba el rosario. Nos obligaba a ir en mayo de casa en casa rezando el rosario con sus amigas. Cuando venía visita siempre habia jugo de tomate para ofrecer. Siempre hacia gelatina para nosotras y en las tardes se sentían las chaclas arrastrarse por los pasillos. Nos vigilaba. Verificaba que estuvieramos en buenos pasos. Siempre. Crió 4 perros pero solo quiso 3. Lulú benji y Pitufa. Cuando murio, Pitufa estuvo una semana en la ventana llorando, esperando su regreso.

No siempree porté bien con ella. Uno menosprecia a los que ama cuando los tiene cerca. Cuando supe que sus días estaban contados, me propuse pasar el máximo tiempo con ella escuchándola cantar, hablar. Viendola dormir. En sus ultimos meses le daba platanitos fritos de contrabando. Los tenía prohibidos. Pero a ella ya no le sabía igual la comida. Y lo único que tenía sabor eran sus platanitos que me conseguía el novio de esa época. Era orgullosa. Fue muy dificil decirle que me perdonara por lo malcriada que fui. Pero lo compensaba abrazandola y besandola con una fuerza invisible, para que ella no supiera que intentaba impregnarme la piel con su olor. Con su aroma, con su textura.  Pasabamos las tardes ella en la mecedora de la terraza y yo estudiando a su lado. Le levantaba los pies para que descansara. Veía como se apagaba poco a poco frente a todos. Fue una mujer valiente. Nunca se quejó. Si mi abuela caía enferma, en serio que era de gravedad. Iba a misa los domingos y nos llevaba a comer helado en el vivero de la 77. Tenía su peluquero a domicilio. El tenia su propia peluquería pero una vez al mes, separaba dos horas para ir a casa a cortarle el cabello a mi abuela. 


Se quejó siempre de sus pocas canas. Le parecía indigno que una mujer tan vieja no tuviera canas. Que no demostrara su sabiduria. Yo siempre lo atribuí a nuestras raices indigenas. Ella insistía en sus canas. Cuando comenzaron a salir, fue feliz. Fue una mujer paciente. Muy paciente. Amorosa. Hermosa. Ella se fue una noche. Lluviosa y triste. La he recordado durante estos 24 años y cuando tengo un problema pienso en que me diria si viviera. Ella se fue y 24 años despues sigue presente en nuestras vidas. Hoy quise recordarla como era. Viva, alegre, orgullosa de su vida.

Soy Pamela Cruz recordando a un ser maravilloso que vivió en esta tierra. Que ha cumplido su misión por 104 años. Los 80 que vivió y los 24 en los que continúa su legado. Ella, ella se llamaba Maria y era mi abuela.


Notas sobre Maria, mi abuela

Septiembre 17 2010

tu ausencia es grande, despues de tantos anos,se siente en cada rincon, ya no de mi casa grande y tu habitacion vacia. se siente en esa parte de mi alma q quedo con el eco de tu voz y el reflejo de tu presencia en mi vida. despues de tantos anos,como te extrano abuelita querida!

Septiembre 17 2012
Había una vez una abuelita a la q nunca le cambio la cara, a la q nunca le cambiaron sus formas, a la q nunca le salieron más de diez canas, que vivió con tres niñas a las q les hacia los horneados mas deliciosos nunca jamás volvieron a probar, a las q encantaba con las historias del tío conejo q jamás se pudieron leer, solo escuchar de su voz; la misma voz a la que le fascinaba contar cuando llovía a la luz de las velas historias de fantasmas, de niños cambiados, de lloronas sin remedio, de niños con dientes, la novia abandonada y toda clase de terrores de aquellos que solo se vivieron en su pueblo. La misma voz que contaba como salió de la finca de la que era heredera, huyendo solo con una carreta y una maleta cuando los godos la amenazaron con matarlos a ella una joven viuda y sus dos pequeños hijos. Esa misma abuelita se transformaba muy eventualmente en la abuela correteadora que, con chancleta en mano, trató de educarlas como se educaba a la antigua, cuando las tiernas niñas dejaban ver su lado malcriado. Esa misma abuela era el escudo protector frente a papás q intentaban hacer lo mismo pero con correa en mano. Era la misma abuela q le tenía terror a viajar pero q las amenazaba con irse si no le hacían caso. La misma tierna abuela q cambio su libertad x hacer algo q nunca he visto en otra abuela después de ella: vivir para sus nietas. Fue el acto más desinteresado que he visto en mi vida.

20 años han pasado y tu presencia se siente en cada uno de los pasos que damos. En las historias que contamos, en las miradas que nos damos. 20 años han pasado y tus gestos pasaron por la sangre a los niños que tenemos, y las historias que contaste se vuelven a recordar en las noches de lluvia. Y tus deliciosos postres, están presentes en las manos diestras de una de ellas.

20 años y tu ausencia se siente como el primer dia.

20 añose y tu ausencia duele tanto como el primer dia.

Septiembre 17 2013

Hoy hace 21 anos partio al reino de los q nos ven y nos protegen mi amada Abuela. Increíblemente, despues de tanto tiempo tu ausencia se siente tanto o mas que esa triste madrugada del 17 de septiembre del 92 donde en medio de la lluvia te dijimos Adiós. Quedo la silla vacia, muchas canciones cantadas y tres jovenes corazones rotos. Tu vida al lado nuestro es lo q mejor le paso a mi vida. Maria  Mendoza Sanchez

Septiembre 17 2014

No puedo conciliar el sueno. 22 anos despues, cada 16 de septiembre se hace eterno e inevitable recordar las horas previas a tu muerte. Recuerdo el dia gris.caluroso, agotador. Recuerdo el examen realizado, la universidad con el furor de las fiestas mientras yo pasaba la tarde durmiendo absolutamente exhausta. Recuerdo el cansancio acumulado y la impotencia manifiesta. Recuerdo la tristeza infinita y el desenlace que se asomaba, lento, doloroso, irremediable.

Hace 22 anos a esta hora te ibas. Me duele tanto como el primer dia. Las heridas del alma, dormidas, se reabren, como el dolor de huesos que anuncia la lluvia. La lluvia que hace 22 anos caia implacable mientras tu cuerpo vacio bajaba lento, hacia aquel espacio desconocido para todos.

Con el tiempo he comprendido que te fuiste, que trascendiste, que siempre estas conmigo, que desde donde estas me ayudas, me proteges, me aconsejas.

Pero entenerlo no evita que cada 17 de septiembre, recuerde como se me partio la vida en dos, ni deje de anorar el biznieto que no conociste, ni el nieto que no adoptaste como tuyo, mi esposo. Oigo tu voz cantada, tengo en mi memoria el olor de tus comidas y del odioso cafe que me despertaba de manana. Veo tus ojos, tu aroma y sobre todo la bondad en tus palabras, en tus gestos y sobre todo en tus acciones llenas de amor.

Soy Pamela Cruz escribiendo en honor al ser mas desinteresado que Dios me dio sobee la tierra, mi abuela. Los que la conocieron, fueron honrados con su amistad y sus jugos de tomate, sus geltinas y sus horneados. Fueron honrados con su amabilidad sin fin y sus ojos tristones que anoraban la vida del campo ycontaban los terribles sucesos de la violencia vivida en un pasado muy lejano.