Esta soy yo.


"Un montón de letras que formaron un diario cuando aquellos libritos alguna vez se usaron. Una carpeta repleta archivos guardados en un rincón de computador esperando un lugar expuesto al mundo. Un espacio donde dejar al aire las palabras atrapadas en una mente en constante ebullición. Muchos temas un solo espiritu, el mio."

jueves, 24 de diciembre de 2020

Mi Navidad Perfecta!

Hace un exacto año, me preparaba para mi primera navidad en casa. Cada año, desde 1997, he pasado navidad en casas distintas a la mía. Es el precio de casarse, supongo. Al inicio de mi matrimonio, cada fin de año era una lucha monumental para definir con quien y cuando pasaríamos los 24 y los 31. En casa de mis padres, en casa de mi suegra, en casa de los tíos de mi esposo, en casa de mi amiga Leila. Y luego, cuando mi hermana volvió de España, se añadió otra alternativa. En 22 años de casada, nunca había pasado la navidad en mi propio hogar. Una vez una señora mayor me dijo, "ya la pasarás en tu casa, cuando tengas mi edad". Así que ese día me resigné a que lo mío sería visitar casas familiares hasta que, convertida en una abuela, me visitaran mi hijo, su esposa y los numerosos nietos que espero tener. Eso fue hasta el año pasado. Por primera vez, en el 2019 me le medí al reto de celebrar en mi casa ese día tan especial. 

Quería que fuera memorable, así que pinté mi casa y le hice unos cuantos arreglos menores. "Preparamos" un menú exquisito. Mi esposo, como siempre sazonó como nunca. Quería una navidad al estilo Pamela. Sin tacones altos pero muy elegantes todos. Así que compré un montón de medias de navidad y cuando fueron llegando, se fueron despojando de sus zapatos y reemplazaron los tacones y los cordones por medias navideñas. Casi no convenzo a mi padre de hacerlo, mientras la esposa de mi concuñado, apenas llegó, tiró sus tacones y estuvo feliz, con sus medias y su vestido largo, durante toda la noche. Hasta mi suegra, a quien no quería exponerla a una caída por usar media, las exigió. Tuvimos una visita de última hora. Una invitada y su hija. Nos acompañaron aquella noche, donde cada uno agradeció a su manera estar reunidos celebrando una navidad distinta. Recordamos las cosas lindas del año. Por primera vez mis sobrinos usaron su voz propia para decir todo lo que sentían con palabras tiernas y dulces que nos sacaron unas lagrimitas a todos. Bailamos, hicimos concursos. Ganamos premios. Repartimos regalos. Todos terminamos con medias y un obsequio. Bebimos mucha champaña. Y al final, lavé la mas grande cantidad de platos y cubiertos que no había lavado nunca. Pero estaba feliz. Recuerdo que lavé mientras hablaba con mi invitada, la última en irse justo después de las 6 de la mañana del 25. Conversamos como si nos hubiéramos conocido toda la vida. Lavé con gusto y felicidad toda esa loza, yo. Si yo. La que nunca quiere lavar platos pero que le toca por pura ignorancia culinaria. Me sentí realizada. Fue mi navidad soñada. 

Este año, en medio de la locura que ha sido este 2020, mi navidad soñada era pasar en la finca con mis padres. Lloré amargamente cuando supe que no podría. Tengo que confesarlo. Era lo que mas ansiaba. Hasta me enojé como una niña. Si. Lo confieso: A mis 48, también me enojo y hago pataletas. Menos que antes, pero las hago. Y entonces, recordé: Que memoria tan frágil la humana, que olvida con tanta facilidad. Recordé que estuve a un tris de no celebrar esta navidad. Que estuve a un tris de restarle miembros a mi familia. Que estuve a un tris de vivir lo invivible. Y recordé que Dios en su infinita misericordia, me permitió vivir una navidad perfecta. Sin regalos. Sin lujos. Sin afanes. Sin visitas. Sin mucho, pero con todo. Con una familia completa y sana. Con mi cama llena. Con mi fe absolutamente restaurada. Si. Esa fe que busqué y busqué y pensé que no tendría. Esa presencia interna que trato de explicar pero que aún no encuentro cómo describir. Ese gozo tan profundo y tan grande, que a veces me sorprendo llorando no por dolor, sino por pura felicidad. Estuve a punto de perderlo todo y hace seis meses EL me lo devolvió todo. 

Soy Pamela Cruz, escribiendo hoy, el mejor 24 de diciembre que he pasado en mi vida. Reviviendo los recuerdos con cariño, llamando a los que amo con inmenso agradecimiento por su vida pero, sobre todo, gozando de la inmerecida gracia de Dios en la mía. 

Feliz Navidad amigos. Esta, es la navidad de los Supervivientes. Y nosotros, somos uno de ellos.