Esta soy yo.


"Un montón de letras que formaron un diario cuando aquellos libritos alguna vez se usaron. Una carpeta repleta archivos guardados en un rincón de computador esperando un lugar expuesto al mundo. Un espacio donde dejar al aire las palabras atrapadas en una mente en constante ebullición. Muchos temas un solo espiritu, el mio."

lunes, 22 de abril de 2024

¡Dolor insoportable!

Hace un mes, el 23 de marzo, por un acto imprudente, me lesioné la espalda. El dolor se sintió como un puñal helado recorriendo mi espalda sin consideración. Quedé inmóvil, creyendo que me había dado un espasmo. 

Como el dolor no cesó con el pasar del tiempo, estuve largos días visitando fisioterapeutas, quiroprácticos, ortopedistas y médicos alternativos tratando de amainar ese dolor insoportable que, de repente, invadió mi vida, mis pensamientos, mi descanso y literalmente, me dejó incapacitada un mes. Durante 23 noches, el dolor de puñal recorrió mi pierna izquierda de arriba a abajo, rítmicamente y sin descanso. Era un danzar pernicioso, sádico, constante. Me hacía llorar. Me impedía dormir. Una noche llorando le dije a mi esposo, me quiero desmayar. Sólo quiero desmayarme

Finalmente, después de estudios especializados, lo que para mí era un espasmo que no cesaba, tuvo nombre: Hernia Discal Estrusada. En cristiano significa que una parte del disco intervertebral se salió de su espacio y pisaba mi nervio ciático provocando ese dolor tan intenso.

 Cuando el neurocirujano me vio me programó de urgencia. Quedé sin habla unos minutos. ¡Espere, espere! Revisemos las opciones, le dije. “No hay opciones” fue su respuesta. “Te puedo hacer bloqueos para el dolor, pero la sensibilidad de la pierna se irá perdiendo conforme pasen los días. Esto es urgente”.  Finalmente terminé operada el lunes 15, cuatro largos días después de la consulta.

El domingo previo a la intervención, asistí a la iglesia, encorvada, andando lentamente, como los ancianos, buscando apoyo en el brazo de mi esposo. Me senté y comencé a escuchar las alabanzas previas al servicio. Buscaba Palabra. Consuelo. Paz. Descanso. Todo. De repente, mientras cantaba una de ellas, lo entendí todo. 

¡Ay de mí! ¡Quejándome de una pierna! Llorándola, sufriendo por ella. Paralizando mi vida por una pierna. Delante de mi estaban ellos relatando en una alabanza lo que es sufrir de verdad. Él lo dio todo. Lo dejó todo en el campo de batalla. Lo dejó todo en ese madero infame. Latigado hasta dejar surcos imborrables por donde corría su sangre, desgarrada su piel, sus músculos, clavado en sus extremidades, punzada su cabeza con cientos de espinas, tocando cada terminal nerviosa de la piel. El sí sufrió. No yo. El sí fue torturado hasta que exhaló su último aliento en la cruz. Yo no. Yo sólo tenía una pierna. En que drama se había convertido mi vida por una pierna, mientras él lo había dejado todo en la arena. En silencio y por mí.

Y lloré.

Ya mi dolor no me pareció insoportable. De repente me volví valiente. Todo, y cuando digo todo, fue más tolerable. Esa noche, mientras masajeaba la pierna, en mi soledad, pensaba en que cualquier dolor jamás sería comparable con el que estuvo en ese madero, pagando por mí. De repente ya no me masajeaba con rabia y frustración. Lo hacía con compasión y con amor. Y fue tolerable la noche. 

Soy Pamela Cruz escribiendo hoy 22 de abril/2024, para todas aquellas personas que viven procesos de dolor intenso que nunca cesan. Nadie puede hablar de tu dolor, pero si tan solo piensas en que alguien que no merecía morir por ti, acepto dignamente sufrir en toda su humanidad un dolor insufrible, entonces, es posible que tu dolor ya sea un poco más tolerable, y lo vivas con el amor con el que él vivió el suyo por nosotros. 



Santo es el que vive, santo es el que reina

Santo en las alturas, santo aquí en la tierraSanto en el pesebre, santo en el sepulcroSanta es su sangre derramada en la Cruz
Santo es el que vive, santo es el que reinaSanto en las alturas, santo aquí en la tierraSanto en el pesebre, santo en el sepulcroSanta es su sangre derramada en la Cruz
Corrió su sangre por un maderoA él no lo mataron, se entregó primeroDe tal manera amó JesúsQue entregó su vida en la Cruz
No dijo nada, no abrió su bocaLe hieren, le golpean, pero Él perdonaDe tal manera amó JesúsQue entregó su vida en la Cruz
Santo es el que vive, santo es el que reinaSanto en las alturas, santo aquí en la tierraSanto en el pesebre, santo en el sepulcroSanta es su sangre derramada en la Cruz