Mi día en todo caso ha sido una mezcla feroz de alegría y regocijo. No hubo espacio para el más mínimo sentimiento sombrío de tristeza, desesperanza, angustia o desasosiego. Del mundo exterior, ese que traspasa las barreras de mi casa, recibí una avalancha salvaje de mensajes amorosos, de bendiciones, de regalos físicos, simbólicos y virtuales. Fue un día en que las horas no me han alcanzado a contestar uno a uno los mensajes y llamadas perdidas que no pude atender por falta física de orejas de más. De dedos de más, o de boca de más. De puertas para adentro, recibí rayos de energía luminosa. Esa que destellaron mis seres queridos en casa. Ellos, hicieron lo posible y lo imposible para comprar detalles sin que me sospechara siquiera de las intensiones. Ellos, que me llenaron de alegría el corazón con su risa y su desparpajo. Los que me sonrieron todo el día, me abrazaron, me dijeron mil veces que me amaban, que este era mi día. Y me lo creí.
Mi cumpleaños siempre tiene una mezcla extraña de melancolía y un no se qué. Creo que siempre me preparé para hoy; en el pasado, cada uno de mis cumpleaños remataba o comenzaba con lluvia y calor, y por ende, muchas veces las fiestas se quedaron sin comensales. Así que esta celebración, sabía en el fondo que iba a ser como las muchas que tuve de niñez, y que me llenaban de una tristeza anticipada. La que me hacía rogar, en vano que no lloviera. Que no me dejara sin niños la fiesta y que me cantaran el cumpleaños para que fuera feliz. De algún modo, la vida me preparó para esta "COVID Age Celebration". Y por muy anormal que parezca, fui muy, muy, feliz.
Descubrí que nuestros cuerpos podrán estar en confinamiento pero nuestro espíritu seguirá libre. Y cuando eres libre, eres capaz de celebrar con tu familia brindando y comiendo pastel al mismo tiempo en ciudades distintas. Puedes hacer que tus amigos se disfracen en sus casas y te acompañen a cenar mientras agradeces con los tuyos las exquisiteces preparadas con amor. Puedes reír y puedes sentirte seguro. Porque la felicidad no depende de ver o no ver. De compartir físicamente o no. Depende de que puedas entender que las almas tienen un glorioso momento de sincronía que las hace vibrar y regocijarse por la felicidad del otro. Y eso precisamente sentí hoy con total plenitud.
Soy Pamela Cruz, terminando un 26 de mayo bien especial. Hermoso de una forma que no había conocido antes. Lleno de luz, de amor, lleno de buenas energías. Lleno y repleto de la bondad de Dios.
PD 1: Cada día mis amigos se superan más. Las conexiones neuronales de ese grupo loco del CA es una cosa de estudio asombroso. Cuando uno es capaz de no solo superar el ridículo sino ademas hacerse amigo de el, abrazarlo y llevarlo al siguiente nivel, estamos hablando de seres superiores.
PD 2: Tenía una fantasía, disfrazarme de la Princesa Leia. Si, la de Star War!! Me disfracé! Y descubrí que me parezco más a Puka, pero no importa. Porque muy adentro, mi espíritu es como el de ella. Así por fuera me parezca a ella, 40 años después.