Esta soy yo.


"Un montón de letras que formaron un diario cuando aquellos libritos alguna vez se usaron. Una carpeta repleta archivos guardados en un rincón de computador esperando un lugar expuesto al mundo. Un espacio donde dejar al aire las palabras atrapadas en una mente en constante ebullición. Muchos temas un solo espiritu, el mio."

sábado, 26 de agosto de 2017

Mi cita a ciegas: Un Encuentro Cercano del Primer Tipo

Apareció de la nada, como suelen aparecer las cosas venidas de Arriba. Un día cualquiera, saltando de red en red, terminé en algo llamado SúperAmigos del I.C.F.B. Algo en mi se emocionó al punto de ingresar al instante, revisar todo lo relacionado, vídeos, charlas y, de una, hacer una capacitación virtual preámbulo para lo que seguía: Un encuentro cercano del primer tipo con un hijo del estado colombiano. 
  
Las cifras son aterradoras. Más de 9.000 criaturas crecen sin cuidado de sus padres. Aproximadamente 6.000 están oficialmente declaradas como adoptables., 3.100 son mayores de 14 años y no tienen ninguna discapacidad que crecen bajo la protección del ICBF. Una sensación de desazón de apoderó de mi a medida que leía, como en este país, del Sagrado Corazón de Jesús, que proclama amar y proteger sus niños, los abandona impune y fríamente, sin contemplación alguna. Según las estadísticas, los menos adoptables son niños mayores o/y con algún tipo de discapacidad. Niños que son abandonados, maltratados, despreciados, violados, creciendo bajo el amparo de  hogares sustitutos, sin familia, sólo con la preocupación y el amor de los funcionarios que llevan sus casos. 

El programa SúperAmigos busca voluntarios que quieran formarse como mentores, que donen tiempo y cariño en una simbiosis única donde se da y recibe amor, tiempo y vivencias. Tiene como objetivo crear un lazo que ayude a construir un proyecto de vida para esos chicos que crecen sin padres. Buscan modelos a seguir que les ayude en proceso de vivir su infancia, su adolescencia, su juventud. Quedé matada!!!. Esculqué todos los vídeos de jóvenes con carreras profesionales o técnicas hablando de sus mentores. O familias dando testimonio. Lloré. Me palpitó el corazón. No lo pensé dos veces: Aquella noche se me hizo de madrugada leyendo cada módulo y haciendo los ejercicios o las lecturas sobre infancia, adolescencia o cuidado afectivo de los niños. Ojalá me hubieran dado un cursito de estos cuando mi hijo era bebé. Como padres, hay tanto por aprender, y sin manual de instrucciones para no fallar. En fin. Cuando finalmente terminé los módulos del curso: No lo pensé dos veces. Me inscribí y luego le pregunte a mi esposo si me apoyaba. Escéptico, me dijo que si. 

Dos meses después del curso, tuve mi encuentro cercano del primer tipo. Ocurrió después de tachar pacientemente en mi calendario la fecha esperada. El domingo pasado pudimos ir, mi escéptico esposo y yo a un parque para encontrarme con una cantidad cercana a las 80 personas que nos juntamos, libres y espontáneamente, por puro amor. Recuerdo la conversación antes de entrar: "Te acompaño, pero no me comprometo". 3 horas después. él mismo que sentenció, se inscribía libre y sin presión alguna, en el Seminario que se llevará a cabo dentro de poco para avanzar en el proceso y ser un "SuperAmigo" de verdad, verdad. Fue una mañana maravillosa. Pasamos del recelo a la cercanía, del miedo a la confianza, de la apatía al teamwork. En una de las estaciones de juegos, encontré a la que espero sea mi SuperAmiga. Una chica hermosa de 14 años y una sonrisa encantadora. Engarzamos juntas cuentitas de colores para formar un llavero de lagartija. Recordé el único nudo que me aprendí de memoria cuando fui Scout. No hubo una gran conversación solo eso, feeling, una cercanía que no tiene palabras, que solo tiene conexión, de corazón a corazón. Igual pasó con mi esposo. Fue un click inmediato con un niño de 10 años. De ojos saltones y sonrisa de oreja a oreja. Contemplaba a este hombre enorme que nos ordenaba cuando armamos la carpa, otro de los retos de la mañana. Se le midió a subir en sus espaldas y a cargar con parte del andamiaje para terminar el reto. Allí estaba, al final del día, mi esposo hablando de su experiencia, y de ese peladito que lo atrapó completamente. El también había vivido, su propia conexión de corazón a corazón. Justo cuando ya estaba para irme, esa niña de 14, se acercó con una funcionaria del ICBF y me señaló: Lo que ella sintió fue lo mismo que yo sentí. No fueron necesarias las palabras, solo un abrazo, en silencio. Así terminó mi día, con una merienda, dos inscripciones al seminario presencial, un esposo convencido y emocionado y yo, al borde de las lágrimas. 


Soy Pamela Cruz escribiendo hoy 26 de agosto del 2017 sobre mi cita a ciegas, ocurrida hace 8 días, en una mañana de domingo, cuando tuvimos la oportunidad de abrir nuestro corazón a niños que solo quieren un poco de amor tiempo y esperanza.