Esta soy yo.


"Un montón de letras que formaron un diario cuando aquellos libritos alguna vez se usaron. Una carpeta repleta archivos guardados en un rincón de computador esperando un lugar expuesto al mundo. Un espacio donde dejar al aire las palabras atrapadas en una mente en constante ebullición. Muchos temas un solo espiritu, el mio."

sábado, 18 de noviembre de 2023

¡Lo que es capaz de hacer un corazón herido…!

Estoy recordando Ratatouille. La historia de un chef mediocre que descubre a un ratoncito culinario que puede hablar y gracias a esa asociación, el chef salva un restaurante de una ruina inminente o lo rescata de una ruina que el mismo ayudó a crear, depende del prisma con el que se vea.

Esta historia divertida, sirve de fondo para una historia más profunda en esa misma película. El crítico gastronómico especialista en destrozar cualquier plato degustado, si encuentra la menor falla en su elaboración. No le importan las vidas de los trabajadores, no le importan sus familias, su veredicto implacable los puede llevar a la ruina o a un vaporoso y efímero estrellato culinario. Sin embargo, detrás de esa triste, solitaria y miserable ocupación se esconde un hombre amargado y triste por una pena que llevaba cargando toda su vida y que no había sido capaz de procesar, la ausencia de su madre y su extraordinaria culinaria. 

Muchas veces nos dejamos llevar por resentimientos viejos o no tan viejos. Atropellamos personas, familias, vidas a las que lastimamos, con mucho placer, en pos de vengarnos por un dolor que nos hizo mucho daño. Cuantas guerras, enemistades, disputas o muertes espirituales o físicas, cuantos amigos desencontrados surgen de un resentimiento mal elaborado, y al contrario, cultivado con esmero por años y años, hasta ejecutar una fina venganza en pos de sanar nuestro corazón y darle su merecido a quien lo merece, sin saber que esa persona, quizá no lo hizo a propósito, que no fue su maldad, sino su descuido… De nuestro corazón hablan las acciones que ejecutamos fruto de la rabia y la decepción. 

Cuanta carga dejaríamos de tener en nuestro pesado corazón si lo que nos molestó, nos lastimó, nos dolió se pudiera decir a tiempo, se pudiera manifestar, se pudiera contar: Una disculpa, un lo siento. Una validación hubiera sido suficiente para sanar una herida… como dijo aquel hombre que le pidió a Jesús sanidad para su hija: “una palabra tuya bastara para sanarme”. ¿Tal vez la palabra hubiera sido suficiente para ese dolor o humillación causado? Dicho en su momento, tal vez si. Dicho ahora, no lo sé. Pero aun así nunca es tarde para decirlo cuando sale del corazón una disculpa por algo estoy segura, no fue intencional. 

Ahora más que nunca estoy convencida que Las guerras y las disputas y sobre todo la amargura del corazón surgen cuando nos ganan el ego, la soberbia y la rabia sobre el perdón. Aquella frase de Jesus cuando alguien le preguntó: - ¿Maestro, cuantas veces tengo que perdonar?  - “Setenta veces siete”, es la contundente respuesta. 

Yo te pido perdón. Y te perdono por algo que no fue intencional, pero que hizo que tu corazón maquinara una dulce venganza. Y por esto te perdono. Espero que ahora puedas sepultar el pasado y continuar viviendo el presente, que es lo único que tenemos que seguir amasando en esta vida: Vivir con plenitud y estar en paz día a día. 

Soy Pamela Cruz escribiendo hoy 18 de noviembre del 2023, sobre el perdón, ese que a veces es muy difícil pedir porque requiere quitarse la pesada capa de Ego que cargamos encima, y que espero que alguien reciba, si baja su capa con la misma rapidez que yo bajé la mía.