Esta soy yo.


"Un montón de letras que formaron un diario cuando aquellos libritos alguna vez se usaron. Una carpeta repleta archivos guardados en un rincón de computador esperando un lugar expuesto al mundo. Un espacio donde dejar al aire las palabras atrapadas en una mente en constante ebullición. Muchos temas un solo espiritu, el mio."

domingo, 26 de enero de 2020

Algo no cuadra

Hace mas o menos año y medio, cuando la cosa política comenzó a ponerse peluda, decidí que por el bien de mi existencia, dejaría de ver noticieros y leer periódicos. Estoy haciendo la del avestruz, porque no le encuentro mucho sentido a seguir ondeando, solitaria, banderas que a nadie le importan. A veces, hago trampa y me pongo las gafas para leer algún tema de interés. Trato que no me afecte el hígado, ni que me afecte el alma. Sin embargo, desde hace unos meses, en primera plana, cada día me encuentro con noticias de la Universidad del Atlántico. Se mantiene la huelga, se conocen nuevos hallazgos de la investigación sobre Madeleine, la joven estudiante encontrada muerta dentro del claustro, declaraciones de estudiantes, sindicatos, gobernadora, el rector. En fin. 

Para los que aun no saben lo que hago, desde hace 5 años, después de un largo caminar decidí convertirme en agente educativo. Eso en lenguaje castizo es una persona que asesora a los jóvenes que quieren estudiar en el exterior a encontrar un camino para su proyecto educativo. Este nuevo camino me ha llevado a conocer personas con muchas historias y a visitar instituciones educativas que nunca antes había conocido en mi vida. Pues bien, desde que hago lo que hagohe tenido oportunidad de visitar esta universidad un buen numero de veces por año. Sobre todo, he tenido la oportunidad de hablar con los estudiantes sobre los sueños. Todos los universitarios, egresados y docentes que escuchan mi charla sueñan con un futuro mejor: con sacar a sus familias adelante, con crear una empresa, con investigar. Sueñan con viajar, con tener un buen empleo.Todos sueñan. No queda uno sin alzar la mano cuando pregunto que quieren hacer cuando terminen sus estudios, o cómo se ven en los próximos 5 años. Mi trabajo es hacer que crean que es posible. Porque lo es. Que visualicen que su esfuerzo académico dará resultado un día. Que si estudian, mejoran sus competencias, se esfuerzan en mantener y mejorar su promedio académico, puedan lograr lo que escriben en un papel mientras conversamos. Las opciones existen: ellos deben tener ganas y talento. Y lo tienen.

Creo que la primera vez en mi vida que pise la Universidad de Atlántico, acompañaba a mi madre a un torneo de ajedrez un sábado en la mañana, en la sede de la 43, y aquella vez ingresé con miedo. Durante toda mi vida vi a ese claustro académico como ajeno. Era del gobierno, de los revoltosos. Era asunto de otros. Tener la oportunidad de conocerlo más de cerca, de interactuar y de apoyar el proceso educativo de profesionales excelentes con promedios envidiables, con sueños gigantes, con ganas de lograr imposibles, ha cambiado lo que opino de ella. Mis mejores amigas son egresadas de allá, tengo excelentes estudiantes becados estudiando maestrías y doctorados en el exterior y tengo muchos con sus metas claras. La U del Atlántico no es un problema de la Gobernadora, ni de los miles de padres que angustiados rezan porque su hijo no pierda más tiempo, que nunca vuelve, y regrese a la única oportunidad que tienen para ser profesionales. No es un problema de los 25.000 estudiantes que tienen una vida en pausa, en espera de una solución que no tiene horizonte claro. Lo que pasa con este claustro universitario es un asunto de bien común. Es un asunto de todos. En una ciudad que ahora increpa a quien bota la basura fuera de la caneca, en una ciudad que ahora tiene henchido el pecho de orgullo por los espacios que públicos que todos reclamamos como nuestros, nos falta ver ese claustro universitario como una extensión mas de nuestra propiedad. Es nuestro, nos pertenece, le pertenece a los 25.000 estudiantes que esperan salir con un cartón en la mano para mejorar la situación de su vida, de sus familias y cumplir sueños. Le pertenece a las empresas que esperan talentos especiales en sus empresas, le pertenece a una región que necesita mejorar sus indices de educación. 

No entiendo las entrelineas de este episodio que teníamos años de no repetir. No comprendo por qué unos pocos tienen en jaque a la inmensa mayoría que solo quiere seguir adelante y lograr sus sueños. Algo no cuadra en la ecuación,y en la incapacidad para resolverla.

Soy Pamela Cruz escribiendo el 26 de enero del 2020, reflexionando sobre nuestro bien común, ese que todos deberíamos defender con uñas y dientes, porque es el futuro de nuestros jóvenes talentos del Atlántico, que merecen mas que esperar en casa y amedrentados por una solución que no llega.