Mientras pasan las horas, lentas, como cuando era una niña y esperaba desesperada que llegara mi día, para comer mi pudín preferido, recuerdo lo que sentia hace 18 años.
Habíamos descubierto, por una corazonada, que el bebé venía con vuelta de cordón en cuello, justo 3 días antes del shower que nunca fue. El diagnostico fue contundente: reposo absoluto mientras se encontraba un quirófano, ese que tardó 48 horas en llegar. Recuerdo que esa noche nos acostamos muy tarde. A un mes de la fecha estimada de parto nos faltaba medio ajuar. Unos meses antes, un angel habia llegado a mi vida. Un ángel con 4 muchachitos que le daban toda la autoridad para ordenar, y a mi para obedecer. Cuando le conté lo que el médico me habia dicho y todo lo que faltaba, por hacer, no lo dudó ni un instante: sacó de ese closet que asustaba la mayor cantidad de ropa de bebé que jamás pensé que podria guardar una mamá que habia "cerrado la fábrica", y se dedicó todo el dia a lavarlos y luego me los dejó en casa. En 2 dias, Vicky terminó lo que hubiera terminado de armar en un mes. Prácticamente ya estaba lista para tener a mi bebé.
El dia que nació mi hijo fui la mujer más mansa de la tierra. Acuestese, me acosté; dóblese, me doblé; no respire, no respiré. Luego de eso la siguiente vez que hice todo lo que me pidieron sin chistar fue durante las 13 horas en las que pasé metida en un avión en el océano rumbo a Sydney. Nada que hacer. No puedes resistir. No puedes volver atrás. Lo que tenga que ser, será.
18 años despues heme aqui al lado de un hombre que me supera en estatura, fuerza, talento e inteligencia. El tiempo es un suspiro . Cuando menos piensas pasas de celebrar su primer año a celebrar 18. Pasas de comprar juguetes a juego de xbox y luego a no saber que comprar. Pasas de los abrazos permanentes a esos ataque fortuitos para obligar a un beso que extrañas. Pasas de sentir cotidiano su quehacer a añorar una llamada en horas de oficina. Ha sucedido lo inevitable. Ha crecido. Mientras organizo una fiesta a la carrerade 18 totalmente ajena a los fiestas con payaso, mago y pistolas de agua, quisiera rebelarme y llamar a Condorito. Que venga y que anime. Que llegue el helado y la piñata. Hacer sorpresas y llenar de chocolates las vasijas. Mi niño ya no lo es mas. Y como todo buen tiempo pasado, debo dejarlo ir, despidiendo con gratitud una infancia y una adolescencia llena de sorpresas y acompañada por el ser de luz que llegó un primero de agosto, a iluminar nuestro camino con su presencia.
Soy Pamela Cruz compartiendo lo inevitable: mi nostalgia por ese niño que se fue y mi infinita alegria al presentar al hombre apuesto, noble, buen amigo, hijo, nieto y soñador en el que se ha convertido, 18 años después.